Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Este jueves 8 de agosto, México se vio nuevamente sacudido por un temblor, destacando la constante actividad sísmica que caracteriza al país. De acuerdo a la información proporcionada por el Servicio Sismológico Nacional (SSN), el último sismo registrado tuvo lugar a las 11:45 AM, con una magnitud de 4.1 grados y un epicentro localizado a 57 kilómetros al sureste de Crucecita, Oaxaca. La profundidad del fenómeno fue de 16 kilómetros, lo que, aunque no fue devastador, reitera la necesidad de mantener la alerta ante estos movimientos telúricos. En una nación donde la geografía está marcada por la interacción de cinco placas tectónicas—Norteamérica, Cocos, Pacífico, Rivera y Caribe—los sismos se han convertido en parte de la vida cotidiana. Esta situación exige de los habitantes una cultura de prevención y preparación ante cualquier eventualidad. A pesar de los avances tecnológicos y de los sistemas de alerta temprana, la predicción precisa de un sismo sigue siendo una tarea casi imposible. La situación hace que la información en tiempo real sea vital. Los habitantes de diversas ciudades como la Ciudad de México, Guerrero, Jalisco y Chiapas, entre otras, pueden consultar los reportes del SSN para mantenerse informados sobre los sismos más recientes. Este tipo de comunicación permite que la población esté al tanto de la magnitud y ubicación de los temblores, lo que es crucial para la preparación y respuesta inmediata ante un evento sísmico. El fenómeno sísmico no es exclusivo de un solo estado; al contrario, afecta a un gran número de regiones en el país. Las zonas costeras, como en el caso de Oaxaca, son particularmente vulnerables, dado que se encuentran cerca de la costa del océano Pacífico, un área reconocida por su alta sismicidad. Las réplicas de sismos previos también pueden seguir afectando a estas regiones, incrementando la necesidad de tomar precauciones. La cultura de prevención que se ha desarrollado en México es un testimonio de la resiliencia de su población ante los desastres naturales. Las autoridades han implementado simulacros y programas educativos que buscan preparar a los ciudadanos para actuar de manera rápida y efectiva ante un sismo. Sin embargo, la responsabilidad también recae en cada individuo para conocer las rutas de evacuación y tener un plan familiar en caso de desastre. La actividad sísmica en México forma parte de un contexto global más amplio. Se estima que entre el 80% y el 90% de la energía sísmica del mundo se concentra en el Cinturón de Fuego del Pacífico, que no solo incluye México, sino también otros países de América, Asia y Oceanía. Este cinturón es responsable de algunos de los terremotos más devastadores de la historia, subrayando la importancia de estar preparados para lo inesperado. La geología misma del país, que se asemeja a un rompecabezas en constante cambio, obliga a los mexicanos a adaptarse a su entorno y a los peligros que este conlleva. Las placas tectónicas, al moverse, generan una liberación de energía que se traduce en temblores, a menudo dejándonos recordar la fuerza de la naturaleza y la vulnerabilidad de la humanidad ante ella. En este contexto, es esencial que tanto las autoridades como la población mantengan una comunicación constante y efectiva. La tecnología, aunque no puede predecir sismos, puede proporcionar alertas tempranas que salvan vidas. Estos sistemas permiten que la gente se prepare, aunque sea por unos pocos segundos, para un movimiento telúrico, un tiempo que puede resultar crucial. Finalmente, la información que circula sobre los sismos recientes y futuros debe ser considerada no solo como un mero dato, sino como un llamado a la acción. La prevención es la clave para mitigar los riesgos y minimizar el impacto que estos fenómenos naturales pueden tener en la vida de millones de mexicanos. La educación y la preparación son herramientas fundamentales que deben estar al alcance de todos, porque en un país como México, donde los sismos son una realidad cotidiana, cada segundo cuenta.