Crisis diplomática entre México y Ecuador por el caso de Jorge Glas y su asilo

La reciente solicitud del Gobierno de México para obtener un salvoconducto que permita la salida de Jorge Glas, exvicepresidente de Ecuador, ha puesto en el centro del debate internacional las relaciones entre ambos países. Glas, quien ocupó el cargo entre 2013 y 2018 bajo las presidencias de Rafael Correa y Lenín Moreno, se encuentra en una situación legal complicada tras haber sido condenado en 2017 por recibir sobornos de la constructora brasileña Odebrecht. Su liberación condicional en noviembre de 2022 no marcó el final de sus problemas judiciales, ya que sigue enfrentando acusaciones graves, incluyendo peculado relacionado con la reconstrucción tras el terremoto de 2016 en Ecuador. La situación se tornó más compleja el 5 de abril de este año, cuando fuerzas policiales ecuatorianas ingresaron a la embajada mexicana en Quito, un acto inédito que derivó en la detención de Glas. Desde entonces, el exvicepresidente ha estado recluido en una prisión de máxima seguridad en Guayaquil, donde su defensa ha informado que su estado de salud es crítico. Ante esta circunstancia, el Gobierno mexicano ha solicitado que se garantice su bienestar mientras evalúa la solicitud de salvoconducto. La solicitud de salvoconducto ha generado un importante revuelo diplomático. México ha denunciado que durante la intervención en su embajada, dos de sus funcionarios fueron agredidos, lo que llevó al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a ordenar la ruptura de relaciones diplomáticas con Ecuador. Además, se ha presentado una denuncia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por la supuesta violación de la soberanía mexicana. El diplomático ecuatoriano Luis Gallegos, exministro de Relaciones Exteriores, explica que la CIJ está evaluando las demandas de ambos países, incluyendo un juicio instaurado por Ecuador que cuestiona la legalidad del asilo concedido a Glas. Ambos gobiernos no mantienen relaciones diplomáticas formales desde el conflicto, lo que ha llevado a México a presentar su solicitud de salvoconducto en la embajada mexicana en Suiza. La cancillería ecuatoriana, por su parte, ha reiterado que no considera lícita la concesión de asilo para Glas, argumentando que el exvicepresidente enfrenta serias acusaciones de corrupción que deben ser atendidas por la justicia ecuatoriana. El manejo de esta situación por parte de AMLO ha generado críticas y cuestionamientos sobre la intervención de México en los asuntos internos de Ecuador. Durante una reciente conferencia de prensa, el presidente mexicano defendió su postura al señalar que proteger a los perseguidos políticos es un principio fundamental de la política exterior de su país. Sin embargo, el diplomático Gallegos advierte que los comentarios del mandatario podrían exacerbar las tensiones y no contribuir a la resolución del conflicto. El conflicto entre Ecuador y México no solo ha afectado las relaciones bilaterales, sino que también plantea interrogantes sobre la función de organismos internacionales, como la ONU, en la mediación de crisis diplomáticas. AMLO ha criticado la ineficacia de la ONU para prevenir violaciones de derechos humanos y conflictos entre naciones, lo que ha llevado a una mayor polarización en la opinión pública respecto a la relevancia de estos organismos en la actualidad. Mientras tanto, la CIJ deberá pronunciarse sobre las demandas interpuestas por ambos países en los próximos meses. La decisión que tomen podría sentar un precedente importante en la interpretación y aplicación de las normas de asilo y protección de perseguidos políticos en el ámbito internacional. A medida que avanza el caso, el futuro de Jorge Glas y la relación entre México y Ecuador se mantiene incierto. La situación sigue siendo objeto de análisis y debate tanto a nivel político como social, y es evidente que el desenlace de este conflicto tendrá repercusiones significativas en la dinámica diplomática de la región. La comunidad internacional observa de cerca cómo se desarrollan los acontecimientos y espera que se encuentre una solución que respete tanto los derechos humanos como el estado de derecho en Ecuador. Mientras tanto, la figura de Jorge Glas se convierte en un símbolo de las complejidades que enfrentan los países latinoamericanos en el marco de la justicia, la corrupción y la política exterior.