Crisis en Venezuela: Llamado urgente a la izquierda democrática latinoamericana

Crisis en Venezuela: Llamado urgente a la izquierda democrática latinoamericana

La crisis en Venezuela exige un firme posicionamiento de la izquierda democrática latinoamericana contra la tiranía de Maduro y su impacto humanitario.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Política 04.08.2024

La situación en Venezuela ha alcanzado un punto crítico que no puede ser ignorado por la comunidad internacional, especialmente por la izquierda democrática en América Latina. Nicolás Maduro, en su papel de líder de un régimen autoritario y represor, representa un antídoto para los ideales que se dicen defender aquellos que se autodenominan progresistas. La experiencia vivida en el país caribeño es un recordatorio escalofriante de cómo un proyecto político puede transformarse en una pesadilla para su pueblo, desdibujando las esperanzas de un futuro mejor y empujando a millones hacia la migración forzada. Desde su ascenso al poder, el chavismo ha desmantelado las estructuras democráticas y ha instaurado un modelo de gobierno caracterizado por la corrupción y la represión, todo en nombre de una ideología que alguna vez prometió justicia social. La paradoja es que, mientras las promesas de equidad y bienestar se desvanecen, la clase política que sostiene a Maduro se afianza en el poder, alimentando un sistema que ha perpetuado la miseria y el sufrimiento de la población. Las cifras de pobreza y desnutrición en el país son alarmantes, y la crisis humanitaria que se ha desatado ha generado un éxodo masivo de venezolanos, cuya búsqueda de dignidad y oportunidades ha afectado a países vecinos, como Perú. El silencio cómplice de algunos sectores de la izquierda latinoamericana frente a esta tragedia humanitaria es desconcertante. En lugar de alzar la voz contra la tiranía, se observa una tendencia a justificar o minimizar la opresión bajo el pretexto del respeto a la soberanía nacional. Esta actitud no solo deslegitima las luchas por la democracia en la región, sino que también contribuye a perpetuar un sistema que ha demostrado ser letal para su población. Es imperativo que la izquierda democrática se distancie de Maduro y dé la cara por el pueblo venezolano, en lugar de sumirse en discursos vacíos que desdibujan la urgencia de la situación. El caso de Venezuela debe ser visto como un espejo que refleja la fragilidad de la democracia en la región. La crisis migratoria, con millones de venezolanos cruzando fronteras en busca de refugio, no es un fenómeno aislado. Se trata de una realidad que ha puesto a prueba la capacidad de respuesta de los gobiernos peruanos y de otros países, que deben adaptarse a esta nueva ola de migración forzada. La solidaridad y la empatía hacia el sufrimiento ajeno deben ser el motor de una respuesta efectiva que no solo aborde las consecuencias de la crisis, sino que también busque soluciones a sus causas. La izquierda democrática en Perú y en toda América Latina necesita un posicionamiento claro y firme frente al chavismo. La ambigüedad y el relativismo moral no son opciones, especialmente cuando los valores democráticos están en juego. La defensa de la libertad y la dignidad humana debe ser el principio rector de cualquier discurso político que aspire a representar a la ciudadanía. No se puede permitir que el legado del chavismo mancha la lucha por una sociedad más justa y equitativa. Las elecciones en Venezuela, si es que alguna vez se llevan a cabo en condiciones justas y libres, son un tema de vital importancia para toda la región. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de observar y actuar ante cualquier intento de manipulación o fraude. Esperar que la oposición venza a un régimen que cuenta con el apoyo de potencias extranjeras es un desafío monumental; sin embargo, la movilización del pueblo venezolano y el apoyo solidario de otros países son esenciales para restablecer la democracia. Es hora de que la izquierda democrática latinoamericana se reexamine a sí misma y reconozca que el chavismo no es un modelo a seguir. La idolatría hacia líderes que han llevado a sus naciones a la ruina solo sirve para perpetuar un ciclo de miseria y desconfianza. La historia de la región no puede seguir escribiéndose con el mismo guion de autoritarismo y despotismo que ha dejado huellas imborrables en la memoria colectiva. Las lecciones de la crisis venezolana son claras. La democracia en América Latina no puede ser ingenua o complaciente ante los regímenes que amenazan su esencia. La lucha por la libertad y los derechos humanos no puede ser objeto de negociaciones diplomáticas que ignoren el sufrimiento del pueblo. La izquierda debe encontrar el valor para condenar la tiranía y alzar la voz por aquellos que han sido silenciados. La necesidad de una renovación en el pensamiento político es urgente. Las ideologías deben adaptarse a los tiempos y a las realidades sociales que enfrentan los pueblos. La esperanza debe prevalecer, y los líderes de la izquierda tienen la tarea de devolver a sus movimientos el compromiso con la justicia social, la democracia y la dignidad humana. La historia de América Latina está en juego, y es el momento de actuar con responsabilidad y valentía.

Ver todo Lo último en El mundo