Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Como cada año, el próximo 19 de septiembre se llevará a cabo el Simulacro Nacional 2024, un ejercicio crucial que busca preparar a la población ante la eventualidad de un sismo. La Coordinación Nacional de Protección Civil ha hecho un llamado a todos los ciudadanos para que participen activamente en este simulacro, que se llevará a cabo a las 11:00 de la mañana en todo el país. La importancia de este evento radica en que se simulará un sismo de magnitud 7.5 en Acapulco, Guerrero, a una profundidad de 20 kilómetros, siendo este un escenario que puede tener graves repercusiones en varias entidades. Este ejercicio busca poner en práctica los protocolos de seguridad que deben seguir las personas antes, durante y después de un sismo. La experiencia adquirida en estos simulacros puede ser determinante en situaciones reales y, como han señalado las autoridades, conocer el protocolo correcto podría salvar vidas. La historia reciente del país resalta la vulnerabilidad ante desastres naturales, y la participación masiva en este tipo de ejercicios es esencial para enfrentar de manera efectiva cualquier eventualidad. La hipótesis del sismo simulado indica que la percepción del movimiento será amplia, afectando severamente a Guerrero y con impactos significativos en los estados circundantes como Michoacán, Morelos y Oaxaca, donde se espera que el movimiento sea fuerte. En otras regiones como Chiapas, Puebla, Estado de México, Colima y Tlaxcala, el impacto se sentirá de forma moderada. Este escenario ficticio está diseñado para que las autoridades y la población evalúen su capacidad de respuesta ante situaciones de emergencia. Con el objetivo de maximizar la efectividad del Simulacro Nacional, la Coordinación Nacional de Protección Civil ha compartido una serie de recomendaciones. Es fundamental que cada persona participe de manera activa, no solo como un espectador, sino evaluando su entorno y contribuyendo a la mejora de las estrategias de evacuación y respuesta en su comunidad. Este involucramiento es clave para la detección de inmuebles y zonas de riesgo que podrían resultar vulnerables en un evento sísmico real. Planificar un ejercicio de esta magnitud requiere de una organización meticulosa. Las familias deben estar preparadas y contar con un plan que incluya la identificación de rutas de evacuación y zonas seguras. La elaboración de croquis y el conocimiento de los puntos de reunión son aspectos que no deben pasarse por alto. Asimismo, es esencial que cada hogar tenga claro cómo reaccionar y dónde dirigirse en caso de un temblor. La identificación de las Unidades Internas de Protección Civil es otro elemento crítico en esta preparación. Cada institución, escuela o empresa debe tener un equipo designado que actúe de manera coordinada durante el simulacro y en situaciones de emergencia reales. Practicar este tipo de ejercicios de forma seria y comprometida ayuda a reforzar las capacidades de respuesta de los participantes, lo que se traduce en una comunidad más resiliente. El Simulacro Nacional también ofrece una oportunidad para fomentar una cultura de protección civil en el país. La difusión de fotos y videos del ejercicio, tanto en redes sociales como en medios de comunicación, contribuye a crear conciencia sobre la importancia de estar preparados. Estas acciones no solo ayudan a involucrar a más personas, sino que también sirven como recordatorio de la necesidad de estar siempre listos para actuar. Finalmente, después del simulacro, es fundamental realizar una reunión de evaluación con todos los miembros de la Unidad de Protección Civil. Esta reunión permitirá identificar los aciertos y las áreas de oportunidad en la respuesta del simulacro, lo que contribuirá a mejorar los planes de acción y a fortalecer las capacidades de reacción ante un sismo real. El Simulacro Nacional 2024 es, por lo tanto, una oportunidad invaluable para que todos nos involucremos en la preparación ante desastres. Con la participación activa de la población, se espera que este ejercicio no solo sea una práctica más, sino un paso decidido hacia una cultura de prevención y protección que salvaguarde a nuestras comunidades. En un país con la geografía y la historia sísmica de México, la preparación es la mejor herramienta para enfrentar lo inesperado.