Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Cindy Ngamba, una boxeadora de 25 años de Camerún, está a punto de hacer historia mientras se acerca a los cuartos de final de peso medio en los Juegos Olímpicos de París. Para Ngamba, esta oportunidad no se trata solo de gloria deportiva; representa una culminación de luchas y triunfos que han definido su vida como refugiada. El viaje de Ngamba ha estado marcado por sus experiencias como mujer gay de Camerún, donde la homosexualidad está criminalizada. Después de huir de su país natal, se encontró detenida en un centro de inmigración en Londres, una experiencia que la ha dejado con temores persistentes de ser detenida nuevamente. Ahora viviendo en Bolton, Gran Manchester, Ngamba sigue ansiosa, atormentada por los recuerdos de sus encuentros pasados con las autoridades. A pesar de estos desafíos, el talento de Ngamba en el boxeo es innegable. Ya ha causado sensación en la competencia al derrotar a la tercera sembrada y ex campeona mundial, Tammara Thibeault de Canadá. Una victoria contra la francesa Davina Michel podría asegurarle un lugar en el podio, marcándola como la primera atleta en ganar una medalla para el equipo de refugiados en los Juegos Olímpicos, un hito significativo para Ngamba y todos los refugiados que representa. Su camino hacia los Juegos Olímpicos se dio a través del programa de refugiados del Comité Olímpico Internacional, al que se unió durante la pandemia de Covid-19. Ngamba, quien ha ganado tres títulos nacionales en varias categorías de peso, ha enfrentado numerosos obstáculos en su búsqueda de la ciudadanía británica, un estatus que le permitiría competir sin las limitaciones financieras que enfrenta actualmente. Sin ciudadanía, entrena con el equipo de boxeo británico, pero depende de patrocinios para subsistir. Ngamba entrena con Halliwell ABC en Bolton, un club donde ha desarrollado sus habilidades durante la última década. Inicialmente se unió para ponerse en forma, pero ha evolucionado hasta convertirse en una competidora formidable, ganándose el respeto de sus entrenadores y compañeros. Al principio de su entrenamiento, se centró en el acondicionamiento en lugar de en el sparring, pero su determinación pronto destacó. Entrenadores como Nick Rayner han reconocido el potencial de Ngamba, señalando su increíble ética de trabajo y resiliencia. "Es una de las personas más inspiradoras que he conocido", expresó Rayner, enfatizando los obstáculos que Ngamba ha superado. Sus sesiones de entrenamiento y peleas a menudo han estado marcadas por un sentido de camaradería en su gimnasio, donde también ha conectado con otros refugiados, creando un ambiente de apoyo que trasciende fronteras. Mientras Ngamba se prepara para su próxima pelea, sus entrenadores la animan a documentar la historia de su vida, una narrativa que resuena con muchos que han enfrentado adversidades. "Es abrumador verla actuar en un escenario tan importante", dijo el entrenador Alex Matvienko, destacando el sentido de orgullo y admiración que sienten aquellos que han sido testigos de su viaje. Aunque Ngamba está centrada en su carrera de boxeo, reconoce las luchas que han moldeado su identidad. "Supongo que hay que sufrir para tener una vida mejor", comenta, ofreciendo una perspectiva que no solo refleja su resiliencia, sino que también sirve de inspiración para otros que enfrentan desafíos similares. Mientras el mundo observa, Cindy Ngamba se presenta no solo como una contendiente por la gloria olímpica, sino como un símbolo de esperanza y perseverancia para los refugiados y comunidades marginadas en todo el mundo. Su historia es un poderoso testimonio de la fuerza del espíritu humano, recordándonos que incluso frente a la adversidad, el éxito es posible.