Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En los últimos años, la conversación en torno a las capacidades de los estadios de fútbol ha tomado un giro fascinante, particularmente con la ambiciosa propuesta del Manchester United de construir un nuevo estadio de 100,000 asientos. Esta iniciativa llega en un momento en que la demanda de entradas para los días de partido a menudo supera la oferta, destacando una brecha significativa entre el interés de los aficionados y los asientos disponibles. No desde la final de la FA Cup de 1985 un partido de fútbol inglés ha presenciado una audiencia de tal magnitud, y las modernas estructuras en voladizo que dominan los diseños de los estadios actuales parecen haber limitado el número de espectadores muy por debajo de lo que algunos clubes podrían llenar potencialmente. Los planes para el nuevo hogar del Manchester United, que se espera esté ubicado en terrenos adyacentes a Old Trafford, se prevé que cuesten alrededor de £2 mil millones ($2.6 mil millones) y podrían tardar entre seis y diez años en completarse. Sir Jim Ratcliffe, copropietario del club, ha comparado el proyecto con una "oportunidad única en un siglo", subrayando el potencial transformador que tal inversión podría tener no solo en el club, sino en la comunidad más amplia de Trafford Park y Salford Quays. Sin embargo, esta empresa plantea desafíos complejos que van más allá de la mera construcción. Expertos en diseño de estadios, como Alex Thomas de la firma de arquitectura HKS, enfatizan la necesidad de un enfoque integral que integre el estadio en el tejido de la ciudad circundante. No se trata solo de construir un inmenso recinto; se trata de crear un ecosistema que fomente la actividad durante todo el año, atrayendo a aficionados y visitantes para eventos más allá de los partidos de fútbol, como conciertos y reuniones comunitarias. Los efectos potenciales de un proyecto de este tipo podrían ser sustanciales. Un estadio exitoso puede actuar como un catalizador para el desarrollo local, atrayendo negocios y aumentando el tráfico peatonal en la zona. Sin embargo, las implicaciones financieras de un proyecto tan ambicioso no pueden pasarse por alto. El costo de construir un recinto de 100,000 asientos es astronómico, y la sostenibilidad se convierte en un tema central en las discusiones sobre financiación. Tradicionalmente, los estadios de gran escala han oscilado entre capacidades de 60,000 a 80,000 debido a los excesivos costos asociados con la construcción de niveles superiores, donde se encuentran los asientos más asequibles. Existe una inevitable ley de rendimientos decrecientes con edificios más grandes; a medida que aumenta el tamaño, también lo hace el gasto, a menudo sin un aumento correspondiente en los ingresos por venta de entradas. Los asientos vacíos, aunque son una pesadilla para la atmósfera, también representan ingresos potenciales perdidos. El actual hogar del Manchester United, con una capacidad de 75,000, ya genera £136 millones en ingresos por día de partido anualmente. Un aumento a 100,000 podría elevar esa cifra de manera significativa, pero la financiación de un proyecto así sigue siendo una pregunta apremiante. Informes indican que el club está explorando múltiples vías de financiación, incluyendo la venta de derechos de nombre, préstamos y asociaciones con instituciones financieras. Este enfoque multifacético para financiar grandes proyectos de estadios se está volviendo cada vez más común; la reciente construcción del estadio del Tottenham Hotspur sirve como un punto de referencia notable, mostrando cómo una mezcla de recursos y planificación financiera estratégica puede hacer que proyectos aparentemente insuperables sean viables. Se espera que el nuevo estadio propuesto no solo mejore los ingresos por día de partido del Manchester United, sino que también refuerce la marca del club y el compromiso comunitario a través de varios eventos, generando así ingresos durante todo el año. Sin embargo, esta visión enfrenta obstáculos, incluidos desafíos logísticos relacionados con la construcción, posibles reacciones de la comunidad y las incertidumbres económicas actuales. A medida que el Manchester United se embarca en este camino para potencialmente redefinir su futuro y el del fútbol inglés, los próximos meses serán cruciales para dar forma al desarrollo del plan. Los interesados deberán equilibrar cuidadosamente la ambición con la practicidad, asegurando que las aspiraciones de un estadio de 100,000 asientos se traduzcan en una realidad sostenible que beneficie no solo al club, sino a la comunidad más amplia que sirve. La ambiciosa empresa de construir un estadio de esta escala promete ser un viaje transformador para el Manchester United, pero requerirá una planificación meticulosa, financiación innovadora y un enfoque colaborativo para asegurar su éxito. En última instancia, si tiene éxito, el proyecto podría remodelar el panorama del fútbol en Inglaterra y quizás establecer un nuevo estándar para el diseño y la funcionalidad de estadios en todo el mundo.