Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El 3 de enero de 2022 se conmemoró un hito significativo en la historia sísmica de México: el centenario del sismo que golpeó la región de Veracruz y que dejó una profunda huella en la memoria colectiva del país. Este evento, que tuvo su epicentro en la comunidad de Quimixtlán, Puebla, a tan solo 32 kilómetros de la capital veracruzana, fue un recordatorio de la vulnerabilidad de México frente a los fenómenos naturales, dada su ubicación en el Cinturón Circumpacífico, una de las zonas más activas sísmicamente del mundo. Con una magnitud que alcanzó los 7 grados en la escala de Richter, el sismo de Xalapa provocó una serie de devastadoras consecuencias en la infraestructura y la población de la región. A lo largo de su trayecto, se registraron deslizamientos de tierra, hundimientos locales, y la aparición de nuevos manantiales que alteraron el paisaje de la zona. Los daños materiales fueron severos, afectando a municipios como Teocelo, Cosautlán e Ixhuacán, y dejando una estela de destrucción que se extendió hasta Córdoba. Los registros históricos, respaldados por la Enciclopedia Municipal Veracruzana, no solo documentan la magnitud del temblor, sino que también reflejan el impacto humano que este tuvo. Se reportaron 34 muertes y 110 heridos, un recordatorio crudo de la fragilidad de la vida ante la fuerza de la naturaleza. Muchas edificaciones, incluidas iglesias y edificios gubernamentales, sufrieron daños estructurales que comprometieron su integridad, y el Palacio de Gobierno del Estado fue uno de los inmuebles más afectados. La historia sísmica de México es rica y compleja, marcada por eventos que han moldeado no solo el paisaje, sino también la cultura y la infraestructura del país. Desde tiempos prehispánicos, las civilizaciones que habitaron estas tierras ya eran conscientes de la actividad sísmica. Sin embargo, fue a partir de 1910, con la inauguración del Servicio Sismológico Nacional (SSN) durante el gobierno de Porfirio Díaz, que comenzó un registro sistemático de estos fenómenos, permitiendo la recopilación de datos que son esenciales para entender la actividad sísmica en el país. A pesar de que Veracruz no es el estado con mayor actividad sísmica, ha sido escenario de eventos significativos que han dejado lecciones aprendidas para las autoridades y la población en general. La interacción de las placas tectónicas en esta región, aunque no siempre causa temblores de gran magnitud, puede resultar en sismos que tienen el potencial de causar daños severos. El sismo de 1920, conocido como el "sismo de Xalapa", se destaca como el segundo más mortífero en la historia de México, después del devastador terremoto de 1985 en la Ciudad de México. Este hecho es indicativo de cómo la memoria colectiva de un país puede ser moldeada por sus experiencias con desastres naturales. La cobertura fotográfica exhaustiva de aquel evento marcó un precedente, convirtiéndose en un documento visual que ayudó a entender la magnitud del desastre. En la actualidad, la cultura de la prevención y la educación sobre sismos ha cobrado relevancia, especialmente tras los eventos de 1985 y más recientes, como los sismos de 2017 y 2021. A pesar de la proliferación de información y la difusión de rumores sobre "mega terremotos" en redes sociales, los expertos han sido claros al enfatizar que la predicción exacta de temblores no es posible. Lo que sí es evidente es la necesidad de estar preparados y de contar con sistemas de alerta que puedan mitigar el impacto de futuros sismos. La historia de los sismos en México, y particularmente el sismo del 3 de enero de 1920, sirve como un recordatorio de que la naturaleza es poderosa e impredecible. La preparación y la resiliencia son fundamentales para enfrentar estos fenómenos. Las lecciones aprendidas de eventos pasados deben ser utilizadas para fortalecer las políticas de construcción, así como las estrategias de evacuación y respuesta ante desastres. En el centenario del sismo de Xalapa, es vital reflexionar sobre la importancia de la memoria histórica en la construcción de un futuro más seguro. Los habitantes de Veracruz y de toda México deben seguir unidos en la tarea de recordar, aprender y prepararse para lo que pueda venir, con la esperanza de que, aunque los sismos son inevitables, el sufrimiento humano pueda ser mitigado a través de la educación y la acción conjunta.