Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En la madrugada del 30 de julio, un sismo de magnitud 4.3 sacudió la localidad de Uribe, en el departamento de Meta, Colombia. El evento sísmico, que se registró a una profundidad superficial, no ha dejado hasta el momento reportes de daños graves. Este movimiento telúrico se suma a la larga lista de sismos que se producen en el país, que se caracteriza por su actividad sísmica debido a la interacción de diversas placas tectónicas, como la Nazca, Sudamérica y el Caribe. Colombia es un país que experimenta alrededor de 2.500 sismos al mes, lo que se traduce en aproximadamente 80 temblores diarios. Sin embargo, la gran mayoría de estos fenómenos son de baja magnitud y pasan desapercibidos para la población. Las zonas más propensas a la actividad sísmica son las costas del Pacífico y del Caribe, así como las áreas cercanas a las cordilleras. A pesar de esta realidad, muchos ciudadanos sienten ansiedad ante la posibilidad de un sismo fuerte, lo que subraya la necesidad de estar preparados y educados sobre el fenómeno. Los expertos del Servicio Geológico Colombiano han reiterado que, contrario a la creencia popular, no hay un aumento real en la frecuencia de los temblores; más bien, la población es ahora más consciente del fenómeno. Esto se debe a la disponibilidad de recursos, herramientas y canales de información que facilitan la detección y divulgación de sismos. En este contexto, es esencial que los habitantes de regiones sísmicamente activas conozcan las medidas de seguridad y las acciones a seguir durante un temblor. Sentir un sismo depende de diversos factores, como la magnitud y la profundidad del evento, así como la distancia del epicentro. La importancia de reportar estos eventos es fundamental, ya que permite a las autoridades evaluar rápidamente los efectos y coordinar las respuestas necesarias. Para ello, el Servicio Geológico Colombiano ha habilitado la plataforma "Sismo Sentido", donde los ciudadanos pueden informar si han sentido un temblor y así contribuir con datos que mejoren la gestión del riesgo. La dinámica de los sismos está vinculada a la liberación de energía acumulada en las placas tectónicas, lo que genera ondas que se propagan y pueden ser percibidas en la superficie. Estos movimientos pueden provocar daños significativos en infraestructuras y en el entorno natural, como deslizamientos de tierra. Por tanto, es esencial que la población esté informada sobre las causas de los sismos y las mejores prácticas para mitigar sus efectos. Además de los movimientos tectónicos, otros factores como la actividad volcánica y ciertas prácticas humanas, como la extracción de recursos energéticos, pueden desencadenar sismos. Este conocimiento es clave para entender la geología del país y para implementar estrategias de prevención y respuesta ante emergencias sísmicas. La magnitud y profundidad de un sismo se determinan a través de datos recopilados por estaciones de monitoreo, que analizan los movimientos del terreno. Históricamente, se utilizó la escala de Richter para medir la magnitud de los sismos, pero hoy en día se prefiere la escala de magnitud de momento, que proporciona mediciones más precisas. Por lo tanto, es común escuchar que un sismo tiene una magnitud específica sin la referencia de grados que antes era habitual. Respecto a la profundidad, se emplean diferentes tipos de ondas registradas durante un sismo para determinar la ubicación y la intensidad del evento. Este análisis es crucial para entender mejor el fenómeno y para preparar a la población ante futuros eventos sísmicos. La diferencia en los tiempos de llegada de las ondas a la superficie permite identificar su origen y, con ello, su profundidad. La Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) ha recomendado una serie de medidas de seguridad ante un temblor. Estas incluyen mantener la calma, resguardarse bajo una mesa o estructura sólida, evitar las ventanas y objetos que puedan caer, y tener siempre un plan familiar de evacuación. La prevención y la educación son pilares fundamentales para enfrentar la realidad sísmica en Colombia. El reciente sismo en Uribe es un recordatorio de que la actividad tectónica es parte integral de la geografía colombiana. Estar informados y preparados es esencial para afrontar estos eventos naturales, que aunque son impredecibles, pueden ser manejados con las medidas adecuadas. La conciencia sobre la actividad sísmica, junto con la pronta respuesta de las autoridades, puede marcar la diferencia ante un fenómeno que, aunque no siempre se siente, forma parte de la vida en esta nación.