Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Los incendios forestales han dejado una huella indeleble en los paisajes españoles, especialmente tras los devastadores sucesos de 2022 y 2023, donde miles de hectáreas fueron consumidas por las llamas. En particular, las tragedias en la Sierra de la Culebra y en Tenerife aún resuenan en la memoria colectiva, recordándonos la urgencia de acciones efectivas para abordar esta problemática. La situación ha alcanzado niveles alarmantes, con 2022 marcando uno de los años más catastróficos en la historia forestal de España, afectando a más de 300.000 hectáreas. Ante este escenario, WWF España ha decidido no permanecer inactiva y ha presentado un informe que busca trazar un camino hacia paisajes menos inflamables y más resilientes. Para dar a conocer su propuesta, la ONG llevó a un grupo de periodistas a Yátova, un municipio del interior de Valencia que fue devastado por un incendio en 2012 que consumió el 90% de su territorio. Este viaje sirve para ilustrar la necesidad de un enfoque renovado en la gestión del terreno y la restauración ambiental. En esta zona, los grandes pinares que solían caracterizar el paisaje han sido reemplazados por un entorno desolado, donde la sequía y el abandono rural han creado un caldo de cultivo perfecto para futuros incendios. El proyecto piloto de WWF se centra en la creación de paisajes biodiversos que combatan la homogeneidad de la vegetación actual. En lugar de continuar plantando jóvenes pinares, se propone un enfoque mosaico que integre cultivos, monte y bosques, promoviendo una diversidad que actúe como barrera natural frente al fuego. Este cambio no solo busca mitigar la propagación de incendios, sino también revitalizar el ecosistema local y fomentar un uso sostenible del territorio. Un aspecto innovador del proyecto es la inclusión de un rebaño de 40 cabras, que cumplen un papel crucial en la restauración. Estas cabras, al pastar, ayudan a limpiar el monte de material combustible, lo que reduce el riesgo de incendios. Además, su presencia contribuye a la recuperación de especies vegetales autóctonas que son esenciales para la estabilidad del suelo y la restauración del ecosistema. Este enfoque resalta la importancia de la ganadería extensiva, que ha visto un notable declive en la comarca, pero que es vital para un manejo sostenible del medio. Las conclusiones del informe de WWF son contundentes: el abandono de las tradiciones rurales, como la agricultura y la ganadería, ha llevado a un paisaje más susceptible a los incendios. Lourdes Hernández, experta en incendios de la ONG, destaca que es imperativo volver la vista hacia el mundo rural y desarrollar una gestión integral del paisaje. Esto implica restaurar espacios degradados y aprovechar la naturaleza como aliada en la lucha contra el fuego, lo que a su vez contribuirá a la conservación de la biodiversidad y al desarrollo rural. A pesar de los esfuerzos realizados en las últimas décadas, las estadísticas siguen siendo preocupantes. Aunque el número de incendios ha disminuido, la magnitud de los mismos ha crecido. La aparición de grandes incendios forestales, aquellos que afectan más de 500 hectáreas, ha aumentado en un 25% en la última década. En este contexto, se hace evidente que la extinción no es suficiente; se requiere una estrategia de prevención integral que contemple no solo la reacción a los incendios, sino su prevención real y efectiva. WWF sostiene que la clave radica en la restauración ecológica. Crear paisajes más diversos y resilientes al cambio climático no solo protegerá los ecosistemas, sino que también permitirá que estos cumplan sus funciones naturales y potencien la economía rural. Las medidas propuestas van más allá de acciones aisladas; es necesario establecer un marco que combine planificación a gran escala con iniciativas locales, involucrando a las comunidades en el proceso. Para lograr estos objetivos, la participación activa de la población local se vuelve esencial. La recuperación de usos tradicionales y el mantenimiento de un paisaje agro-forestal son fundamentales para un manejo sostenible del territorio. En La Hoya de Buñol, donde las cicatrices de los incendios aún son visibles, se están implementando estos principios con la esperanza de que sirvan de modelo para otras regiones afectadas por el fuego. El desafío de los incendios forestales en España es monumental, pero la respuesta debe ser igualmente audaz. La restauración de paisajes y la implementación de prácticas sostenibles son pasos cruciales para mitigar el impacto de los incendios y preparar a las comunidades para enfrentar un futuro incierto. La lucha contra incendios no puede limitarse a la extinción; debe ser un esfuerzo continuo de restauración, educación y colaboración en el que todos, desde las organizaciones hasta los ciudadanos, jueguen un papel activo.