Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La problemática de los incendios forestales en Córdoba, particularmente en Baena, ha cobrado relevancia en los últimos años, especialmente en el contexto del cambio climático y el calentamiento global. A medida que las temperaturas aumentan y las condiciones meteorológicas se vuelven más extremas, la región se enfrenta a un desafío que parece ineludible: aprender a convivir con el fuego en un entorno mediterráneo donde, como señala Juan Ramón Molina, director del Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Córdoba (UCO), "los incendios forestales han estado, están y estarán siempre". Este laboratorio, que lleva más de dos décadas de investigación, se ha convertido en un referente en España para el estudio de los incendios forestales. Con un enfoque práctico, sus investigadores trabajan con fuego real para analizar el comportamiento de las llamas y desarrollar estrategias de prevención y control. "Necesitamos quemas experimentales y prescritas para entender cómo funcionan", explica Molina, poniendo en evidencia la importancia de la investigación en la gestión de incendios. El trabajo del laboratorio no solo se limita a la investigación académica. Colabora activamente con administraciones públicas e instituciones privadas, buscando mejorar la eficacia y eficiencia en la lucha contra los incendios. Es un esfuerzo que se torna crucial en un contexto donde los presupuestos son cada vez más limitados. "Tenemos que ser eficientes, es decir, gastar bien el dinero que tenemos", enfatiza Molina, mientras subraya la importancia de la prevención. Uno de los aspectos más alarmantes que resalta este experto es la conexión entre el ser humano y la provocación de incendios. La mayoría de los fuegos forestales en Córdoba se originan por acciones humanas, muchas veces cerca de vías de comunicación o líneas eléctricas. Esta realidad nos lleva a reflexionar sobre la responsabilidad que tienen los ciudadanos en la preservación del entorno natural, especialmente en zonas de riesgo, como Cerro Muriano, que ha sido escenario de devastadores incendios en el pasado. La geografía de la provincia de Córdoba, con sus pendientes y zonas de difícil acceso, complica aún más las labores de extinción. La topografía, junto con el clima caluroso y seco, crea un cóctel explosivo para el inicio y propagación de incendios. Molina detalla que en Sierra Morena, la región más afectada, se registra una carga de combustible de más de 30 toneladas por hectárea. Esta cifra no solo es alarmante, sino que también complica la posibilidad de controlar un incendio una vez que se inicia. El escenario se agrava aún más por las fuertes precipitaciones de la primavera pasada que, aunque pueden parecer beneficiosas, han provocado un aumento del combustible vegetal disponible. "La lluvia retrasa la entrada del verano, pero también genera más material que puede arder", explica Molina, subrayando la complejidad de la gestión de incendios en un clima cambiante. La situación actual demanda una respuesta multidimensional que incluya tanto la prevención como la gestión de emergencias. Es fundamental que las viviendas en áreas de riesgo estén preparadas, utilizando materiales que no favorezcan la propagación del fuego. Además, la educación y concienciación de la población son cruciales, no solo para evitar la ignición accidental de incendios, sino también para fomentar un manejo responsable del entorno. La colaboración entre instituciones, como el Laboratorio de Incendios Forestales y el Plan Infoca, es esencial para implementar medidas efectivas de prevención. A través de la asesoría y análisis de incendios pasados, se pueden identificar áreas de mejora y desarrollar estrategias que minimicen el impacto de futuros incendios. Finalmente, lo que se presenta como un desafío inminente, también puede ser una oportunidad para repensar nuestra relación con la naturaleza. Aprender a convivir con el fuego significa adaptar nuestras prácticas y ser conscientes de los riesgos que conlleva vivir en un entorno mediterráneo. En este sentido, el trabajo del laboratorio de la UCO es más relevante que nunca, al ofrecer soluciones y estrategias que nos ayuden a proteger tanto a la población como al valioso ecosistema de Córdoba. Sin duda, la lucha contra los incendios forestales es una responsabilidad compartida que requiere del compromiso de todos para garantizar un futuro más seguro y sostenible.