Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La crisis migratoria que enfrenta Venezuela ha llevado a millones de ciudadanos a buscar nuevas oportunidades en el extranjero, con Estados Unidos como uno de los destinos más anhelados. Muchos de estos migrantes mantuvieron la esperanza de un cambio significativo en su país tras las elecciones presidenciales programadas para el 28 de julio. Abel Jesús Álvarez, un joven de 22 años que se encuentra en Ciudad Juárez, México, es uno de los muchos que confían en que la oposición pueda llevar a cabo una transformación en la política venezolana. Álvarez y otros migrantes han expresado su desesperanza respecto al actual gobierno de Nicolás Maduro, quien busca su reelección para un tercer mandato de seis años. La opinión generalizada entre los que han dejado su hogar es que el régimen no ha sabido afrontar los retos económicos y sociales que han llevado a la nación al borde del colapso. "El gobierno no sirve de nada", señala Álvarez, reafirmando su deseo de regresar a un país que, según él, podría volver a ser un lugar viable para vivir. La figura de María Corina Machado ha cobrado relevancia en el contexto electoral, incluso aunque no esté en la boleta oficial. Muchos migrantes depositan su confianza en ella, a pesar de la inhabilitación política que la ha dejado fuera de la contienda electoral. Para ellos, su liderazgo y visión representan una "luz al final del túnel" en medio de la oscura situación política del país. Argenis Alexander Betancourt, un migrante de 30 años, sostiene que un triunfo opositor podría dar pie a la recuperación económica necesaria para que muchos puedan regresar a Venezuela. La jornada electoral, sin embargo, está marcada por la tensión y la incertidumbre. Desde la comunidad internacional, las voces que critican el proceso se han hecho escuchar. Varios exgobernantes y observadores internacionales denunciaron haber sido deportados o prohibidos de entrar al país, lo que ha levantado alarmas sobre la transparencia y legitimidad de los comicios. La falta de supervisión internacional podría poner en duda la validez de los resultados y la confianza en el proceso democrático. Maduro, quien ha estado en el poder desde 2013, se enfrenta a unas elecciones que podría catalogarse como las más complicadas en sus más de dos décadas de gestión chavista. A medida que se acercan las elecciones, el mandatario ha insistido en que su victoria es sinónimo de paz y estabilidad para el país, advirtiendo sobre las posibles consecuencias violentas de un cambio de gobierno. Esta retórica ha llevado a muchos a cuestionar qué tipo de democracia realmente existe en Venezuela y si el pueblo tiene la capacidad de decidir su futuro. Desde Ciudad Juárez, la esperanza de una nueva era en Venezuela sigue viva entre muchos migrantes. Con cada día que pasa, sus oraciones y anhelos se centran en el resultado de las elecciones, confiando en que un cambio en la administración podría ser el primer paso para mejorar las condiciones de vida en su país. La diáspora venezolana está atenta, esperando que el esfuerzo de la oposición por garantizar unas elecciones justas no sea en vano. Mientras tanto, las familias que han quedado atrás continúan sufriendo las consecuencias de la crisis. La escasez de alimentos, medicinas y servicios básicos ha forzado a un número sin precedentes de venezolanos a dejar su hogar en busca de oportunidades en el extranjero. La situación es un recordatorio de que las decisiones tomadas en Caracas no solo afectan a los ciudadanos que se quedan, sino también a aquellos que han sido forzados a buscar refugio en otras naciones. El futuro de Venezuela pende de un hilo, y la incertidumbre se siente en el aire. La comunidad internacional observa de cerca, mientras los migrantes esperan ansiosos un cambio que podría permitirles regresar a un país en el que algún día puedan sentirse seguros y dignos de vivir. Las elecciones del domingo no solo son un evento político, sino un faro de esperanza para millones de venezolanos que anhelan un futuro mejor.