Caos vehicular en Luanda: solo 13 de 138 semáforos funcionan adecuadamente

Caos vehicular en Luanda: solo 13 de 138 semáforos funcionan adecuadamente

En Luanda, solo 13 de 138 semáforos funcionan, generando caos vehicular. Ciudadanos exigen soluciones efectivas ante la crisis de tráfico.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política 30.07.2024

En la ciudad de Luanda, la situación del tráfico se ha convertido en un verdadero desafío para conductores y peatones. Con un total de 138 cruces semafóricos instalados, solo 13 de ellos están en funcionamiento, lo que agrava los problemas de circulación en el centro de la capital angoleña. Este panorama se ha vuelto habitual y ha generado un clamor de la ciudadanía ante la necesidad urgente de soluciones que garanticen la seguridad y fluidez del tránsito urbano. Según el director provincial de Transportes, Tráfico y Movilidad Urbana, Sérgio de Assunção Sachicuata, de los 138 semáforos, 125 están fuera de servicio debido a actos de vandalismo. Los equipos afectados incluyen cables de fibra óptica, baterías y otros componentes esenciales que forman parte del sistema semafórico. La escasa operatividad de estos dispositivos ha llevado a una situación caótica en las calles, donde los conductores a menudo deben improvisar en un entorno sin la debida regulación. En respuesta a esta crisis, el Gobierno Provincial de Luanda (GPL) y la empresa nacional Ngasakidila han comenzado un levantamiento técnico para evaluar el estado de los semáforos. Sin embargo, la falta de recursos económicos ha limitado la capacidad de realizar una sustitución completa de los equipos. Por el momento, las autoridades se han comprometido a llevar a cabo intervenciones puntuales en aquellos semáforos que puedan ser rehabilitados. Esta decisión ha sido recibida con escepticismo por parte de muchos ciudadanos, que consideran que las soluciones son insuficientes ante la magnitud del problema. La inacción en torno a la gestión de los semáforos no es nueva. A lo largo de los años, varias empresas han intentado hacerse cargo de la señalización urbana, pero han enfrentado obstáculos significativos, como la acumulación de deudas por parte del gobierno. La empresa Odebrecht, que asumió el "Proyecto Vías de Luanda", y Valtacom, una firma serbia que gestionó los semáforos, han dejado claro que la falta de recursos ha sido una constante en la problemática del tráfico. La ciudadanía no ha tardado en expresar su descontento. Taxistas como Carlos Miguel y Pedro Paulo se han manifestado en contra de la gestión del GPL, señalando que el caos vehicular en el centro de la ciudad es un reflejo de la incapacidad del gobierno para hacer frente a estos desafíos. Miguel ha instado a las autoridades a actuar con rapidez para restaurar los semáforos a un estado funcional, mientras que Paulo ha sugerido que la gestión debería ser transferida a una empresa competente, nacional o internacional, que pueda abordar la crisis de manera más efectiva. Samuel Bambuca, otro conductor, ha puesto de relieve la relación entre el vandalismo y los accidentes en las vías públicas. Según él, la falta de respeto por los bienes públicos es un problema cultural que contribuye a la descomposición del sistema semafórico. Bambuca ha llamado a la comunidad a tomar conciencia y proteger los equipos, enfatizando que todos los ciudadanos se ven perjudicados por la inoperancia del sistema. Históricamente, los semáforos en Luanda fueron monitoreados por la unidad operativa de la Policía Nacional, pero esa estructura también ha caído en desuso. Actualmente, la falta de un sistema de control efectivo ha dejado las calles en un estado de descontrol, lo que ha puesto en evidencia la necesidad de una reestructuración integral en la gestión del tráfico. La situación actual de los semáforos en Luanda no solo refleja problemas técnicos, sino que también pone de manifiesto una crisis de confianza entre la ciudadanía y sus autoridades. La falta de acción efectiva por parte del GPL ha generado un clima de descontento y frustración que podría tener repercusiones a largo plazo en la percepción pública de la gestión gubernamental. Mientras se espera que el levantamiento técnico arroje resultados concretos, los ciudadanos continúan lidiando con un sistema de tráfico que, actualmente, está lejos de cumplir su función primordial. La esperanza radica en que las medidas anunciadas por las autoridades conduzcan a un cambio tangible en un futuro cercano, restaurando así la seguridad y fluidez que Luanda tanto necesita.

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