Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La cascada de crisis desencadenada por el huracán Beryl en Texas ha puesto de manifiesto las graves consecuencias de los desastres naturales en la economía y la sociedad. Si bien la imagen más inmediata de un huracán suele ser la devastación física que deja a su paso, las compañías de seguros y reaseguros están cada vez más preocupadas por los daños en cadena que estos fenómenos pueden desencadenar. Las interrupciones en la productividad, la salud y las cadenas de suministro representan costos económicos significativos que se acumulan tras la tormenta. Según el economista climático Chris Lafakis de Moody's Analytics, los costos derivados de desastres naturales como el huracán Beryl se manifiestan a través de múltiples canales, incluyendo cortes de energía, pérdida de días laborales, daños a la propiedad y primas de seguros más elevadas. Se estima que las pérdidas globales causadas por estos eventos podrían aumentar del 1,6% al 7,1% del producto interno bruto para el año 2100, según proyecciones de Moody's. El impacto de Beryl en Texas ofreció un panorama desolador: 38 centímetros de lluvia, inundaciones, cortes de energía que dejaron a más de 1,3 millones de hogares y negocios sin electricidad, y temperaturas sofocantes que pusieron en riesgo la salud de la población. La combinación de un huracán seguido de un corte de electricidad durante una ola de calor exacerbó la crisis, dejando a miles de personas sin aire acondicionado y limitando el suministro de combustible, alimentos y servicios. Las pérdidas aseguradas por Beryl en Texas podrían ascender a US$3.500 millones, según estimaciones de CoreLogic, sin contar los costos adicionales de servicios médicos por estrés térmico u otras consecuencias indirectas de la tormenta. La reconstrucción y recuperación tras un desastre natural como este requiere recursos financieros y tiempo, recursos que se ven mermados por el impacto del cambio climático. El informe de Swiss Re advierte sobre el aumento del riesgo de efectos en cadena debido al cambio climático, señalando cómo eventos como incendios forestales, inundaciones y tormentas pueden dañar infraestructuras críticas y perturbar las cadenas de suministro, generando pérdidas significativas en la producción y distribución de bienes y servicios. La imprevisibilidad de los patrones climáticos y la creciente frecuencia de huracanes plantean un escenario de vulnerabilidad para ciudades como Houston y otras regiones antes no expuestas a este tipo de fenómenos. El impacto de huracanes como Beryl no solo se mide en daños materiales inmediatos, sino en las secuelas prolongadas que afectan la economía, la salud y la resiliencia de las comunidades. La necesidad de preparación, adaptación y respuesta efectiva ante desastres naturales se vuelve imperativa en un contexto de cambio climático acelerado y mayor vulnerabilidad a eventos extremos. Es necesario actuar de manera proactiva para minimizar los riesgos y costos asociados a estos fenómenos, no solo en términos de infraestructura y prevención, sino también en términos de políticas de mitigación y adaptación a un entorno climático en constante evolución.