Un año después del devastador terremoto, el trauma persiste en la Ciudad de Contenedores de Turquía.

Un año después del devastador terremoto, el trauma persiste en la Ciudad de Contenedores de Turquía.

Un año después del devastador terremoto en Turquía, los niños en Kahramanmaras luchan contra el trauma y sus secuelas. Los maestros y el estado intentan apoyarlos, pero la vida en la ciudad de contenedores sigue siendo una lucha para muchas familias.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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Un año después del devastador terremoto en Turquía, el trauma aún persiste para los niños que viven en la ciudad de contenedores de Kahramanmaras. Cansu Gol, quien perdió a su bebé en el terremoto, ahora se enfoca en ayudar a sus dos hijos sobrevivientes a sanar de sus heridas mentales. Su hija de siete años sufre de trastorno por déficit de atención, mientras que su hijo de cuatro años y medio desarrolló problemas de habla. Las escuelas improvisadas en la ciudad de contenedores brindan un atisbo de esperanza para Gol. Sin embargo, el entendimiento de los niños sobre el desastre y los constantes recordatorios del terremoto dificultan que los maestros creen una sensación de normalidad en las aulas. El director de una escuela que alberga a 850 niños reconoce la tensión y los brotes ocasionales de violencia que surgen debido a las condiciones de vida estrechas. A pesar de las dificultades, el estado está haciendo esfuerzos para apoyar a los niños, incluso alojando a los maestros en las ciudades de contenedores. Sin embargo, la vida en la ciudad de contenedores sigue siendo una lucha para muchas familias, con espacio limitado y falta de privacidad. Algunas familias, como Elif Yavuz y su esposo, intentaron reconstruir sus vidas en una ciudad diferente pero regresaron a la ciudad de contenedores cuando su hijo tuvo dificultades para adaptarse. Otros, como Fatih Yilanci, se han dedicado a recolectar chatarra en las ruinas de la ciudad para proporcionar para sus familias. La ciudad de Kahramanmaras, antes vibrante, ahora parece un pueblo fantasma. A pesar de los desafíos y las dificultades, la gente de la ciudad de contenedores continúa perseverando, buscando consuelo y esperanza en medio de sus vidas destrozadas.
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