Las locuras nucleares de Japón: Riesgos y desafíos ignorados en busca de ganancias a corto plazo.
El reciente terremoto en Japón sirve como recordatorio de los riesgos de la energía nuclear. Los planes de construir otro reactor han sido abandonados debido a la actividad sísmica, y ha habido fallas en la comunicación y preparación. Los planes de evacuación son insuficientes y la mala gestión de TEPCO en Fukushima erosiona la confianza pública. A pesar de esto, el gobierno planea reiniciar los reactores. Es hora de que Japón invierta en energía renovable y retire los reactores nucleares.
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Las locuras nucleares de Japón
La energía nuclear parecía ser la respuesta para combatir el cambio climático durante la COP28 en los Emiratos Árabes Unidos. Sin embargo, un reciente terremoto en Japón sirvió como un duro recordatorio de los riesgos asociados con la operación de plantas de energía nuclear, especialmente en un país sísmicamente activo como Japón.
El terremoto de Noto, de magnitud 7.6, sacudió la planta nuclear Shika, que se encontraba parada en la península de Noto. Aunque no se reportaron daños importantes, dos generadores de respaldo fallaron y hubo una pérdida temporal de energía en una piscina de enfriamiento. Tomó un mes restablecer la electricidad en la península afectada por el terremoto, dejando a miles de personas sin agua hasta mediados de marzo.
La planta de Shika ha estado cerrada desde el desastre de Fukushima en 2011, pero la electricidad es crucial para enfriar las piscinas de barras de combustible gastado. Si se interrumpe el enfriamiento, el agua se evapora y las barras podrían explotar, liberando radiación al medio ambiente. Esto requeriría la evacuación de Kanazawa, una ciudad con una población de 465,000 habitantes, a poco más de 60 km de distancia. Una evacuación de este tipo devastaría la economía regional y detendría el turismo, similar a las secuelas de los derretimientos de Fukushima.
Los planes de construir otro reactor en la península de Noto han sido abandonados debido a su historial de terremotos y tsunamis. La zona ha experimentado una actividad sísmica frecuente, con el pico de aceleración del suelo en 2024 casi igualando al del terremoto de Tohoku de 2011 que desencadenó el desastre de Fukushima.
Además, ha habido fallas en la comunicación y preparación. Inicialmente, la compañía de servicios públicos informó que no había cambios en los niveles de agua en las válvulas de entrada costeras, pero luego admitió un aumento de 3 metros, la altura del devastador tsunami que golpeó la península. Esto resalta la falta de coordinación y comunicación entre la compañía de servicios públicos y la Autoridad de Regulación Nuclear (ARN), que criticó a la compañía por no aprender del accidente de Fukushima.
La ARN en sí también ha enfrentado críticas por su incapacidad para anticipar desastres complejos como Fukushima en sus pautas. Los planes de evacuación existentes no tienen en cuenta un desastre en cascada como el triple desastre de Tohoku. Además, la mayoría de los dispositivos de monitoreo de radiación en la península de Noto fallaron durante el terremoto, dejando a las autoridades sin conocimiento de los niveles y dispersión de radiación. Esto dificulta la gestión de la evacuación de los 150,000 residentes dentro de la zona de evacuación de 30 km alrededor de la planta.
Las interrupciones actuales en las redes de transporte y comunicación en Noto dificultan los esfuerzos de ayuda de emergencia y empeorarían en caso de una liberación de radiación o una fuerte nevada, común en la región.
Los simulacros de evacuación en las zonas de las plantas nucleares han sido limitados e insuficientes, con solo nueve ejercicios realizados en la última década. Uno de estos ejercicios en la zona de Shika fue un fracaso, ya que las autoridades planearon una evacuación poco práctica en barco debido a la suposición de que las carreteras serían intransitables. La dependencia de los autobuses retrasó aún más el proceso de evacuación.
TEPCO, la compañía de servicios públicos más grande de Japón, ha enfrentado importantes contratiempos para reiniciar su complejo nuclear en Niigata debido a un aumento en la oposición y preocupaciones sobre la seguridad. La mala gestión de TEPCO en el desastre de Fukushima de 2011 y las revelaciones de prácticas de seguridad laxas han erosionado la confianza pública. Además, la incapacidad de los reguladores para hacer cumplir la reubicación de los generadores de respaldo a lugares más seguros en Fukushima es un ejemplo de captura regulatoria, donde los reguladores priorizan los intereses de los regulados sobre la seguridad pública.
A pesar de estos problemas, el primer ministro Kishida Fumio ha anunciado planes para reiniciar la envejecida flota de reactores nucleares de Japón, extender sus licencias de operación y construir nuevos reactores. Sin embargo, The Economist ha determinado previamente que la energía nuclear no es financieramente viable. La crisis energética causada por el conflicto en Ucrania ha brindado una oportunidad para que el gobierno relaje las regulaciones de seguridad establecidas después de Fukushima. Los planes de energía nuclear de China y Rusia, conocidos por su falta de transparencia, resaltan aún más los riesgos de adoptar la energía nuclear sin las precauciones adecuadas.
El renacimiento nuclear de Japón también enfrenta desafíos para encontrar un sitio de almacenamiento permanente para los desechos nucleares y garantizar la seguridad de los reactores que se acercan a su límite operativo de 40 años. Al ignorar las lecciones aprendidas de Fukushima, el gobierno prioriza las ganancias a corto plazo sobre la seguridad pública. Es hora de que Japón retire sus reactores nucleares e invierta más en energía renovable y redes inteligentes.