Henry Kissinger: Un legado de derramamiento de sangre y estrategia imperialista

Henry Kissinger: Un legado de derramamiento de sangre y estrategia imperialista

Henry Kissinger, la figura controvertida que se desempeñó como director del Consejo de Seguridad Nacional y secretario de estado de 1969 a 1975, ha fallecido a los 100 años. Si bien asesoró a numerosos presidentes de Estados Unidos y vivió una larga vida, el legado de Kissinger está empañado por su participación en crímenes cometidos durante su mandato. Supervisó bombardeos devastadores y guerra química en Vietnam, Laos y Camboya, causando la muerte de más de un millón de personas. Kissinger también desempeñó un papel en el apoyo a regímenes opresivos y la orquestación de golpes militares en varios países. A pesar de evadir la justicia, su política sigue siendo profundamente reaccionaria. La muerte de Kissinger sirve como recordatorio de los peligros del poder sin control y la necesidad de un orden global más justo.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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Mundo 01.12.2023
Henry Kissinger, el infame criminal de guerra, falleció a los 100 años de edad. Aunque asesoró a 12 presidentes y vivió una larga vida, Kissinger siempre será recordado por los crímenes que cometió durante su mandato como director del Consejo de Seguridad Nacional y secretario de Estado de 1969 a 1975. Mantuvo ambos cargos simultáneamente, lo que lo convierte en el único funcionario del gobierno de Estados Unidos en hacerlo. El legado de Kissinger es de derramamiento de sangre y estrategia imperialista. Solo en Vietnam, Laos y Camboya, más de un millón de personas murieron como resultado de los bombardeos estadounidenses, los ataques con napalm y la guerra química. Innumerables otros fueron masacrados por tropas estadounidenses. Kissinger también desempeñó un papel en la orquestación de golpes militares e instalación de dictaduras en países como Chile, Argentina, Uruguay y Bolivia. Su apoyo a regímenes opresivos se extendió a otras partes del mundo, incluyendo Indonesia, Bangladesh, España, Portugal, Grecia, Arabia Saudita, Irán, Angola, Mozambique y Australia. A pesar de las abrumadoras pruebas de sus crímenes, Kissinger logró evadir la justicia e incluso continuar ejerciendo influencia en la política exterior de Estados Unidos. Su enfoque de explotar los conflictos entre la Unión Soviética y China para promover los intereses estadounidenses aún es celebrado por círculos imperialistas. Si bien algunos pueden argumentar que Kissinger se convirtió en un crítico "moderado" de la agresión estadounidense en años recientes, su política sigue siendo profundamente reaccionaria. Su apoyo a la visita de Reagan a un cementerio militar de las Waffen-SS y su comentario insensible sobre el destino de los judíos soviéticos demuestran la magnitud de su insensibilidad e indiferencia hacia el sufrimiento humano. Mientras el mundo recuerda a Kissinger tras su muerte, es crucial reflexionar sobre los crímenes que cometió y el legado de despiadada crueldad que dejó atrás. Su centenario coincide con una escalada de la guerra entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia, lo que plantea el espectro de una catástrofe nuclear. Los representantes actuales del imperialismo estadounidense se encuentran mal preparados para enfrentar el período revolucionario en el que vivimos. Los crímenes de Kissinger sirven como recordatorio de los peligros del poder descontrolado y la necesidad urgente de un orden global más justo y humano.
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