Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Desastres Naturales 19.11.2023
Recuerda aquel abril de 2010 cuando la erupción volcánica en Islandia causó el caos al cerrar el espacio aéreo europeo durante días y suspender más de 100,000 vuelos. Bueno, parece que Islandia se está preparando para otro evento volcánico. En el pueblo pesquero de Grindavik, más de 1,000 terremotos están sacudiendo las cosas todos los días, y los científicos creen que una erupción podría ocurrir en cualquier momento.
Stephanie Langridge, una maestra australiana que se mudó a Islandia hace siete años, forma parte de un equipo de búsqueda y rescate que ayuda a los residentes evacuados a recuperar sus pertenencias de las áreas más peligrosas. Ella dice que constantemente reciben actualizaciones sobre las condiciones y estarán listos para actuar cuando ocurra la erupción. Esta no es la primera vez que Islandia lidia con actividad volcánica, pero lo que es único sobre este evento es que es la primera vez en 50 años que un pueblo puede ser sepultado bajo el flujo de lava. Las autoridades están trabajando en proteger Grindavik y han estado construyendo un muro de asfalto para redirigir la roca fundida lejos de la infraestructura crítica.
Si bien la frecuencia e intensidad de los temblores han disminuido recientemente, los geofísicos creen que el magma ascendente pronto podría romper la superficie. Sin embargo, predecir cuándo y dónde ocurrirá la erupción es casi imposible. La semana pasada, más de 3,000 residentes fueron obligados a evacuar sus hogares, sin saber si alguna vez regresarán. Para Hans Vela y su esposa Sólveig Thorbergsdóttir, los constantes terremotos han sido angustiantes, y han decidido no regresar a Grindavik, incluso si su casa sobrevive a la erupción. Prefieren no arriesgarse a quedar atrapados en futuras erupciones que puedan ocurrir en las próximas décadas.
Es una espera angustiante para la gente de Grindavik, mientras esperan ansiosamente la erupción que podría cambiar sus vidas para siempre. Mientras hacen fila durante horas en sus autos, con la esperanza de tener unos minutos para tomar sus pertenencias, se les recuerda la fragilidad de su entorno. Pero a pesar de todo, se aferran a sus recuerdos, sabiendo que incluso si pierden sus hogares, los lazos con la familia, amigos y su entorno siguen siendo fuertes. Manténganse seguros, Grindavik, y que el flujo de lava traiga una sensación de renovación en lugar de destrucción.
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