Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La reciente tregua acordada entre Israel y Hamás, que comenzará a regir este domingo, se presenta como una oportunidad histórica para la reconstrucción de la Franja de Gaza y para explorar un camino hacia una paz duradera en una de las regiones más tensionadas del mundo. Sin embargo, esta situación de alto el fuego también trae consigo un mar de incertidumbres que podría hacer que este acuerdo se convierta en un mero documento sin valor. La línea que separa la paz de la guerra sigue siendo extremadamente delgada en Oriente Medio, y los desafíos a los que se enfrenta esta tregua no son menores. José Vericat, investigador del Real Instituto Elcano, considera que el acuerdo es un primer paso positivo, ya que ofrece seis semanas de calma que permitirán la llegada de ayuda humanitaria, alimentos y medicinas a una población palestina que ha sufrido intensamente. Sin embargo, subraya que el primer gran desafío será la retirada de las tropas israelíes del territorio. Esto es especialmente crítico en áreas como el corredor Netzarim y el corredor Filadelfia, que han sido puntos de tensión y control constante para las fuerzas israelíes desde el inicio del conflicto. La estrategia de implementación del acuerdo se ha dividido en tres fases de 42 días, donde la primera fase incluye la liberación de 33 rehenes israelíes a cambio de aproximadamente 1,200 prisioneros palestinos. Pero, como advierte Vericat, la durabilidad del acuerdo dependerá en gran medida de la efectividad de estas cláusulas, así como de la voluntad de Israel de retirarse de las áreas en conflicto. La profesora Sonia Sánchez, experta en Relaciones Internacionales, destaca que el cumplimiento de la retirada total de las tropas israelíes será el verdadero desafío en la segunda fase del acuerdo. Esta etapa se presenta especialmente complicada debido a las tensiones internas en el gobierno israelí. Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas y figura clave en el gabinete de Netanyahu, ha expresado su intención de reanudar las hostilidades en Gaza si no se cumplen ciertas condiciones, lo que añade presión sobre el primer ministro israelí. Esto sugiere que, aunque haya un alto el fuego formalmente acordado, la situación sigue siendo volátil y podría cambiar en cualquier momento. El papel de la comunidad internacional, y en particular de Estados Unidos, tampoco debe subestimarse. La próxima administración de Donald Trump ha mostrado interés en intervenir en este proceso, influyendo en las decisiones del gobierno israelí para asegurar el cumplimiento del acuerdo. Vericat menciona que esta presión por parte de Washington podría ser un factor crucial para la estabilidad de la tregua, ya que la administración de Trump busca consolidar los Acuerdos de Abraham, que buscan normalizar las relaciones entre Israel y varios países árabes. No obstante, la esperanza de una paz duradera en Gaza se encuentra amenazada por las realidades del conflicto. A pesar de la tregua, muchos analistas, como José Miguel Calvillo de la Universidad Complutense de Madrid, alertan sobre la posibilidad de que el alto el fuego solo sirva como una pausa temporal en un conflicto que ha perdurado durante décadas. Las tensiones aún latentes y la falta de un marco claro para la gobernanza y la reconstrucción de Gaza podrían llevar a un regreso a la situación previa a la tregua. Las críticas hacia el acuerdo también son significativas. Algunos críticos argumentan que este alto el fuego podría dar un respiro a Hamás, permitiendo que la organización se recupere y se reestructure después de los devastadores ataques israelíes. Esto plantea dudas sobre la viabilidad a largo plazo de la tregua, ya que Israel tiene un interés primordial en debilitar a Hamás y evitar que recupere poder en la región. Es evidente que los desafíos que enfrentan tanto Israel como Palestina son complejos y multifacéticos. La falta de referencia en el acuerdo a la reconstrucción de Gaza o a la gobernanza futura del territorio sugiere que aún queda un largo camino por recorrer para alcanzar una paz genuina. La situación humanitaria en la Franja de Gaza sigue siendo crítica, y la población civil se enfrenta a un futuro incierto. En conclusión, aunque esta tregua entre Israel y Hamás es un paso hacia una posible paz, la historia reciente y las tensiones persistentes hacen que sea fundamental abordar los problemas estructurales que han perpetuado el conflicto. Sin un compromiso claro y de largo plazo, es probable que la tregua sea solo un breve respiro en un ciclo de violencia y sufrimiento que ha marcado la historia de la región. La comunidad internacional, y en particular Estados Unidos, tendrán que jugar un papel clave para fomentar una paz duradera que beneficie a ambas partes.