La Casa Blanca envió mensajes sobre el ataque de EEUU sobre Yemen a un periodista que añadió por error a un chat grupal

La Casa Blanca envió mensajes sobre el ataque de EEUU sobre Yemen a un periodista que añadió por error a un chat grupal

El editor jefe de 'The Atlantic' fue invitado a un grupo de Signal por el asesor de Seguridad Nacional de EEUU.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Mundo 26.03.2025

En un giro insólito que ha captado la atención de medios y analistas, la Casa Blanca se vio envuelta en un escándalo de comunicación tras enviar por error información clasificada sobre un ataque militar a Yemen a un periodista de renombre. Este incidente se produjo el 15 de marzo y ha generado un intenso debate sobre la gestión de la información sensible dentro del gobierno estadounidense.


El protagonista de este episodio es Jeffrey Goldberg, editor jefe de la revista The Atlantic, quien fue agregado accidentalmente a un chat grupal en la aplicación de mensajería Signal. Este chat incluía a altos funcionarios de seguridad nacional, entre ellos el secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien fue el responsable de enviar la documentación que contenía detalles cruciales sobre la operación.


Goldberg fue invitado a unirse al grupo el 11 de marzo por el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Mike Waltz. En total, el chat contaba con la participación de 18 personas, incluyendo figuras como el vicepresidente JD Vance y el director de la CIA, John Ratcliffe. Lo que parecía ser un intercambio reservado se convirtió en un escándalo cuando el periodista se dio cuenta de la naturaleza de la información compartida.


El periodista narró que, inicialmente, se mostró escéptico respecto a la veracidad del chat. “No podía creer que la cúpula de la seguridad nacional de Estados Unidos estuviera hablando en Signal sobre planes de guerra inminentes”, comentó Goldberg. Su incredulidad se desvaneció rápidamente cuando recibió un mensaje de Hegseth anunciando que las primeras explosiones del ataque se llevarían a cabo en apenas dos horas.


El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Brian Hughes, confirmó la autenticidad del hilo de mensajes y anunció que se estaba llevando a cabo una investigación para determinar cómo Goldberg fue añadido erróneamente al grupo. “Parece que era una cadena de mensajes auténtica. Estamos investigando cómo ese número se añadió inadvertidamente a la cadena”, afirmó Hughes, quien también destacó la importancia de la coordinación entre los altos funcionarios del gobierno.


Este incidente se produce en un contexto particularmente delicado, ya que la administración del presidente Donald Trump se encuentra bajo presión para reforzar la seguridad en el manejo de información sensible. Trump, al ser preguntado sobre el asunto, se mostró sorprendido: “No sé nada al respecto”, declaró, minimizando la relevancia de la revista en cuestión. “No soy muy fan de The Atlantic. Para mí, es una revista que va a la quiebra”, agregó, dejando entrever su intención de desestimar el impacto del error.


A medida que el escándalo se desarrolla, la Oficina del Secretario de Defensa ha intensificado sus esfuerzos para combatir las filtraciones de información clasificada. Esto incluye la consideración del uso de polígrafos en el personal para identificar cómo los periodistas obtienen información sensible. Este enfoque es indicativo de un clima de creciente preocupación por la seguridad y la confidencialidad en las comunicaciones gubernamentales.


El hecho de que un periodista haya recibido información sobre un ataque militar antes de su ejecución resalta las vulnerabilidades en los protocolos de comunicación de la administración. La casualidad de que un grupo de altos funcionarios discuta estrategias de guerra en una plataforma de mensajería para la que no se requiere autenticación adicional plantea serias preguntas sobre la seguridad cibernética y las normas de privacidad implementadas por el gobierno.


Mientras tanto, los analistas y expertos en seguridad están atentos a las repercusiones que este error podría acarrear no solo para la administración actual, sino también para la forma en que se gestionan las comunicaciones en futuros gobiernos. La necesidad de políticas más estrictas y canales de comunicación más seguros se convierte en una prioridad evidente tras este episodio.


Así, la Casa Blanca enfrenta el desafío de recuperar la confianza en sus protocolos de seguridad, al tiempo que el incidente pone de relieve la vulnerabilidad inherente en el manejo de información clasificada en la era digital. La situación sirve como un recordatorio aleccionador de que, en el ámbito de la seguridad nacional, un simple error humano puede tener consecuencias de gran alcance.

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