Despedida a Fujimori: un adiós polarizador que refleja la lucha en Perú

Despedida a Fujimori: un adiós polarizador que refleja la lucha en Perú

El autócrata fue inhumado a las afueras de Lima tras haber recibido todos los honores por el Gobierno de Dina Boluarte

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política 18.09.2024

El cementerio Campo Fe de Huachipa se convirtió este sábado en el escenario de una jornada de despedida que reunió a miles de personas que acudieron a rendir homenaje a Alberto Fujimori, quien falleció a los 86 años. El ambiente era de fervor y nostalgia, con muchos asistentes vestidos de naranja, el color que simboliza la lealtad a Fujimori. Esta multitud, compuesta por ancianos, adultos, jóvenes y niños, ha recordado al exmandatario como un líder que, a pesar de sus polémicas, dejó una huella imborrable en la historia peruana.


Coincidencias que parecen sacadas de un guion cinematográfico rodean la muerte de Fujimori. Su fallecimiento ocurrió el mismo día que Abimael Guzmán, el líder de Sendero Luminoso, además de ser el mismo día en que se difundió el primer Vladivideo, un escándalo que expuso la corrupción del régimen fujimorista y que condujo a su caída. Estas similitudes han generado reflexiones sobre la narrativa política en Perú, donde la historia de ambos personajes se entrelaza en un contexto de violencia y polarización.


Mientras las multitudes expresaban su dolor en el cementerio, el acceso al féretro de Fujimori estaba restringido por cercos policiales. Muchos de sus seguidores intentaron acercarse, deseosos de participar en el homenaje. Esta situación evidenció la pasión y el compromiso de quienes lo consideraban un salvador, a pesar de la severa crítica que recibió por sus acciones durante su mandato, incluido el quiebre del orden constitucional y las violaciones a los derechos humanos.


En contraposición, una gran parte de la población peruana rechaza el homenaje póstumo a Fujimori, considerando que la forma en que se le despidió contrasta con sus logros y su legado. El Estado le rindió honores que para muchos son indignantes, dado su historial como uno de los presidentes más corruptos de la historia del país y su condena a 25 años de prisión. Esta disonancia ha llevado a una mayor polarización en la sociedad peruana, que aún lucha por reconciliar su pasado.


La multitud que se reunió en el cementerio coreaba cánticos en honor a Fujimori, destacando un fervor que parecía genuino. Las emociones a flor de piel reflejaban una conexión que va más allá de la política: para muchos, Fujimori fue un líder que representó esperanza en un país golpeado por el terrorismo. Sus políticas, aunque polémicas, lograron llevar asistencia a sectores vulnerables, lo que cimentó su apoyo entre los más necesitados.


El contraste entre las percepciones de su legado es palpable. Mientras que sus seguidores lo ven como un héroe nacional, otros lo consideran responsable de un legado de violencia y corrupción. A medida que los asistentes recordaban los momentos significativos de su gobierno, se planteaba la pregunta de si su muerte marcaría el fin del fujimorismo como fuerza política en Perú o si, por el contrario, su legado perduraría.


Keiko Fujimori, hija del exmandatario, se mostró visiblemente afectada durante la ceremonia. En un emotivo discurso, habló de la libertad que su padre ahora disfrutaba, lejos del odio y la venganza, y de su papel en la historia del país. Este discurso tocó el corazón de muchos, resaltando la complejidad de la figura de Fujimori y su impacto en la sociedad peruana.


Fujimori fue enterrado a escasa distancia de su exesposa, Susana Higuchi, quien se convirtió en una de las más notorias críticas de su régimen. Esta proximidad en el descanso eterno es un recordatorio del tumultuoso legado que dejó, así como de las heridas aún abiertas en la familia y en el país. La muerte de un líder tan polarizador plantea interrogantes sobre el futuro de la política peruana y la posibilidad de sanar las divisiones existentes.


El evento en el cementerio no solo fue un acto de despedida, sino también un reflejo de la lucha interna de Perú por reconciliar su pasado. La narrativa de Fujimori es un espejo de la complejidad del país, donde el dolor y la esperanza coexisten. En este contexto, los guionistas de la historia peruana continúan escribiendo, mientras el país enfrenta su legado y la posibilidad de un futuro más unido.


El desafío que enfrenta Perú es grande; la sombra de Fujimori y sus decisiones seguirá influyendo en el debate político. ¿Logrará el país encontrar un camino hacia la reconciliación, o las divisiones seguirán marcando su trayectoria? Las respuestas a estas preguntas son esenciales para entender el futuro del Perú en un momento de profunda reflexión sobre su historia.

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