
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




En una sociedad donde la esperanza de vida aumenta y la población envejece, surge una alternativa innovadora para afrontar la vejez de manera autónoma y colaborativa: el cohousing sénior. Este modelo, que está empezando a ganar popularidad en España, ofrece a los mayores la posibilidad de decidir y diseñar cómo quieren vivir la última etapa de sus vidas, lejos de la idea tradicional de los geriátricos.
El cohousing sénior se basa en la autonomía, la autogestión y la vida colaborativa. Comunidades como Santa Clara en Málaga, Trabensol en Madrid o Convivir en Cuenca son ejemplos de esta filosofía, donde los residentes tienen la oportunidad de vivir en sus propios apartamentos, pero compartiendo espacios y actividades comunes. Se trata de un equilibrio entre la privacidad y la vida en comunidad, donde cada persona puede decidir cuánto quiere participar.
Sin embargo, este modelo también plantea desafíos, especialmente en lo económico y en la falta de apoyo por parte de las administraciones. El alto coste de entrada y de mantenimiento, así como la dificultad para acceder a ayudas públicas, limitan el acceso a este tipo de viviendas colaborativas. Además, la falta de reconocimiento normativo como centros de servicios sociales distintos a las residencias dificulta su desarrollo y financiación.
A pesar de estos obstáculos, los defensores del cohousing sénior destacan sus beneficios en términos de autonomía, actividad social, solidaridad y cuidados. Proyectos como las Comunidades de cuidados, impulsadas por la Asociación Jubilares en colaboración con el Ministerio de Asuntos Sociales, buscan crear un modelo de atención a la dependencia basado en la colaboración entre la comunidad y la Administración.
El cohousing sénior se presenta como una alternativa valiosa para afrontar el envejecimiento de la población de forma activa, participativa y solidaria. Aunque aún enfrenta retos y limitaciones, su crecimiento y evolución indican que es un fenómeno social en auge que promete seguir transformando la manera en que los mayores viven su vejez. El tiempo dirá si este modelo de autogestión del futuro se consolida como una opción cada vez más extendida y aceptada en nuestra sociedad.
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