El llamado de Nepal a la monarquía desata disturbios mientras los ciudadanos anhelan estabilidad y justicia.

El llamado de Nepal a la monarquía desata disturbios mientras los ciudadanos anhelan estabilidad y justicia.

Las protestas en Katmandú exigen la monarquía en medio del descontento por los fracasos políticos, la corrupción y la creciente inestabilidad en Nepal.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Mundo 13.04.2025
El 28 de marzo de 2025, las calles de Katmandú resonaron con un renovado llamado a la monarquía mientras miles de manifestantes coreaban "Raja Aau, Desh Bachau"—"Vuelve, Rey, salva el país". La manifestación, que atrajo a una multitud diversa de individuos de distintos orígenes, pronto tomó un giro trágico con la pérdida de vidas y numerosos heridos. Un camarógrafo de televisión murió cuando un edificio fue incendiado, y otro manifestante sucumbió a sus heridas mientras recibía atención médica. La respuesta del gobierno fue rápida: la policía desplegó gas lacrimógeno, porras y cañones de agua, lo que generó una atmósfera de tensión mientras se imponía un toque de queda en toda la capital. Este descontento no es un incidente aislado, sino más bien una culminación de las crecientes frustraciones entre la población nepalí respecto al panorama político que se ha desarrollado desde que se abolió la monarquía en 2008. Las promesas de estabilidad y prosperidad se han convertido en una letanía de fracasos, caracterizados por 13 gobiernos diferentes en igual número de años, corrupción rampante y una clase política más interesada en el beneficio personal que en el servicio público. Como comentó un ciudadano frustrado, "El Parlamento se ha convertido más en un mercado que en una casa de gobernanza". El estado crítico de las cosas ha dejado a los nepalíes comunes anhelando servicios básicos, empleos y un sentido de esperanza. El desempleo juvenil ha aumentado, llevando a muchos a buscar oportunidades en el extranjero. La infraestructura del país se está desmoronando, con hospitales mal equipados, escuelas sin maestros y caminos esenciales ausentes en muchas regiones. Cada año trae nuevos escándalos de corrupción, y la amenaza persistente de desastres naturales agrava las penas de la población. En este contexto, un segmento creciente de la sociedad está comenzando a cuestionar si, de hecho, la vida bajo un rey era mejor. El descontento también se dirige hacia un sistema percibido como protector de líderes corruptos. Han surgido acusaciones contra exlíderes políticos—incluidos primeros ministros—implicándolos en varios fraudes, sin embargo, las investigaciones parecen estar perpetuamente estancadas y la rendición de cuentas sigue siendo esquiva. Los medios han informado que las decisiones corruptas del gabinete a menudo escapan a la supervisión bajo el disfraz de "decisiones políticas", lo que efectivamente vuelve impotente a la ley frente a aquellos en el poder. Esta percepción de un sistema amañado ha dejado a los ciudadanos sintiéndose frustrados e impotentes. Geopolíticamente, Nepal se encuentra atrapado en una rivalidad entre India y China, con sus líderes a menudo acusados de carecer de una estrategia coherente. El liderazgo de Nepal parece priorizar las ganancias a corto plazo sobre el interés nacional, resultando en una creciente carga de deuda y complicando las relaciones internacionales del país. Los analistas describen a Nepal como un "fútbol", pateado por potencias más grandes mientras sus líderes parecen indecisos. En medio de este caos, la figura del rey Gyanendra ha resurgido como un símbolo de potencial estabilidad, a pesar de su pasado controvertido. Una vez visto como la máxima autoridad, Gyanendra fue destituido durante un levantamiento popular en 2006. Sin embargo, algunos ciudadanos que una vez lucharon contra la monarquía ahora están expresando arrepentimiento, sugiriendo que una monarquía constitucional—similar al sistema del Reino Unido—podría encontrar un equilibrio entre la estabilidad y la gobernanza democrática. Curiosamente, incluso antiguos maoístas que una vez lucharon valientemente contra la monarquía ahora se están alineando con sentimientos pro-monárquicos. Durga Prasai, un exmaoísta convertido en empresario, ha emergido como un líder destacado en las manifestaciones realistas, pero recientemente ha enfrentado problemas legales, reflejando las tensiones dentro de este renovado movimiento. Aunque Gyanendra no ha llamado abiertamente a un regreso al poder, su silencio puede ser un movimiento calculado para mantener su imagen pública mientras el movimiento crece. La mayoría de los partidos políticos convencionales siguen firmemente opuestos a la monarquía, desestimando su resurgimiento como un vestigio del pasado. A medida que las protestas ganan impulso, corren el riesgo de desencadenar un conflicto más profundo si las quejas no tratadas continúan fermentando. La respuesta dura del gobierno—incluyendo arrestos y toques de queda—podría solo agravar la situación, empujando a más personas hacia puntos de vista radicales. La crisis actual trasciende meras cuestiones de monarquía versus república; refleja una crisis más amplia de confianza. El pueblo nepalí está cada vez más desilusionado con sus líderes y las promesas de democracia. Un fracaso en abordar estos problemas subyacentes podría llevar a un resurgimiento de disturbios civiles y violencia, a medida que los ciudadanos se cansan de la apatía política. El llamado al rey no es meramente nostálgico; representa un anhelo de orden, justicia y liderazgo efectivo. A medida que la democracia flaquea, los ciudadanos a menudo miran hacia atrás en busca de soluciones, y en el caso de Nepal, la figura de un rey ha comenzado a resonar una vez más. Ya sea que Gyanendra regrese al trono o no, el sentimiento que emerge de las calles es inconfundible: la demanda de cambio es palpable, y si la clase política no presta atención a estas advertencias, podría encontrarse enfrentando un ajuste de cuentas histórico.
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