Carney elige Londres sobre Washington en su primera visita diplomática como PM

Carney elige Londres sobre Washington en su primera visita diplomática como PM

El primer ministro canadiense, Mark Carney, se reúne con el rey Carlos III en Londres, destacando la importancia de la soberanía canadiense ante Trump.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Mundo 20.03.2025
En un giro inusual de la diplomacia internacional, el nuevo primer ministro canadiense, Mark Carney, ha decidido mirar hacia Europa en lugar de Washington como su primera parada en el escenario global. Al aterrizar en Londres, Carney fue recibido por el rey Carlos III, quien, a pesar de la neutralidad política que se espera de la monarquía británica, ha mostrado un apoyo implícito a la soberanía canadiense en un momento en que la relación entre Canadá y Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, se encuentra en una encrucijada. La audiencia en el palacio de Buckingham fue un evento notable, dado que Carlos III recibió a Carney a solo dos días de haber asumido el cargo. Este encuentro rompe con la tradición, ya que los primeros ministros canadienses suelen establecer relaciones con Washington antes de dirigirse a Londres, lo que subraya la importancia que se le otorga a esta visita. En un contexto donde Trump ha insinuado que Canadá podría convertirse en el estado 51 de Estados Unidos, el apoyo del rey puede ser visto como un símbolo poderoso en la defensa de la soberanía canadiense. El cumplimiento de los protocolos de la monarquía británica se vio flexibilizado para garantizar que Carney pudiera tener este encuentro significativo. La imagen de la reunión, acompañada de declaraciones sobre la necesidad de respeto por la soberanía canadiense, se convierte en un mensaje visual de unidad y respaldo en un contexto diplomático tenso. Esto refuerza la percepción de que la familia real británica, aunque oficialmente neutral, tiene un papel que jugar en cuestiones de política internacional en su calidad de jefe de Estado de Canadá. Los expertos han señalado que el rey no puede permanecer completamente al margen de las disputas diplomáticas, especialmente cuando se trata de cuestiones que afectan a los países del Commonwealth. La relación que la monarquía británica mantiene con Canadá, uno de sus miembros más prominentes, es de especial importancia en este momento. La experta en monarquía Laura Pérez Cisneros destaca que "el rey está de parte de Canadá, que no se vende ni pretende ser un estado 51". Este comentario resuena fuertemente en un momento en que las tensiones comerciales y políticas entre Canadá y Estados Unidos han aumentado. La reciente historia de la diplomacia real ha estado marcada por su capacidad para influir en el discurso político a través de símbolos y gestos. En el pasado, el rey ha utilizado su posición para enviar mensajes sutiles pero impactantes. Desde las declaraciones de Justin Trudeau, quien enfatizó la necesidad de defender la soberanía canadiense, hasta la vestimenta de la princesa de Gales, que rememoró los colores de la bandera canadiense, cada detalle parece estar cuidadosamente orquestado para reforzar el mensaje de unidad y fortaleza de Canadá ante las presiones externas. Sin embargo, hay quienes son escépticos sobre la eficacia de la diplomacia real en contener a Trump. El profesor Robert Hazell de University College London argumenta que los ataques de Trump a Canadá probablemente no cesarán simplemente porque Carlos III es también el rey de Canadá. Mientras tanto, el editor de Majesty magazine, Joe Little, aclara que la admiración de Trump por la familia real podría no ser suficiente para mitigar sus arrebatos. La historia muestra que el presidente de Estados Unidos solo detendrá sus ataques si se perciben como contraproducentes. A pesar de estas opiniones encontradas, el Gobierno británico ha manifestado su compromiso con la relación entre el Reino Unido y Canadá, enfatizando que son "los amigos y aliados soberanos más cercanos". Esta declaración, aunque diplomática, lleva consigo un peso significativo en un contexto donde los intereses mutuos deben ser protegidos ante un entorno global cambiante. A medida que la familia real continúa siendo utilizada como un recurso diplomático, surgen paralelismos con situaciones pasadas en las que el rey Carlos III ha actuado como un puente entre el Reino Unido y otros actores internacionales. Desde su encuentro con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski hasta su reunión con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la realeza ha demostrado ser un activo valioso en la diplomacia británica. El futuro de la relación entre Canadá y Estados Unidos, especialmente bajo la influencia de un líder tan controvertido como Trump, seguirá siendo un desafío. La monarquía británica, sin embargo, ha dejado claro que está dispuesta a hacer su parte en la defensa de la soberanía canadiense. Mientras tanto, el primer ministro Carney puede sentirse respaldado por la figura del rey, lo que podría ofrecer un rayo de esperanza en un panorama político incierto. El próximo capítulo en esta saga diplomática está aún por escribirse, pero una cosa es segura: la familia real británica se ha establecido como un actor crítico en la política internacional, capaz de enviar mensajes sutiles pero poderosos que, en última instancia, podrían marcar la diferencia en la defensa de la soberanía canadiense frente a la presión estadounidense.
Ver todo Lo último en El mundo