
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Mundo 11.03.2025
El regreso del ex rey Gyanendra Shah a la capital de Nepal, Katmandú, ha reavivado el debate en torno a la monarquía y su papel en el futuro del país. En medio de gritos de "Vuelve Rey, salva al país", miles de seguidores dieron la bienvenida al ex monarca, señalando un notable cambio en el sentimiento público tras años de inestabilidad política y descontento con el actual marco democrático. Esta ocasión trascendental refleja un creciente movimiento monárquico que ha ganado impulso a medida que muchos nepalíes enfrentan los desafíos de la gobernanza, la dificultad económica y la corrupción generalizada.
Desde que se abolió la monarquía en 2008, Nepal ha experimentado un paisaje político tumultuoso, caracterizado por 13 gobiernos diferentes. Cada administración sucesiva ha luchado por proporcionar la estabilidad y el crecimiento necesarios para el país. A medida que los ciudadanos son testigos de las fallas de la élite política, ha resurgido un sentido de nostalgia por la monarquía. Los partidarios del ex rey argumentan que ha llegado el momento de reconsiderar la decisión de transitar hacia una república, con algunos incluso sugiriendo que el reinado de Gyanendra fue más efectivo en proporcionar gobernanza y estabilidad.
Durante su reciente visita, el ex rey realizó un recorrido por sitios religiosos y regresó a Katmandú con una gran recepción. Mientras que las facciones monárquicas afirman que casi 400,000 seguidores se presentaron, estimaciones independientes sugieren una cifra más conservadora de alrededor de 10,000. Sin embargo, el entusiasmo en torno a su llegada subraya un resurgimiento significativo del sentimiento pro-monarquía, particularmente dentro del Partido Rastriya Prajatantra (RPP), que aboga por un regreso a una monarquía constitucional y la declaración de Nepal como un estado hindú.
El primer ministro KP Sharma Oli ha respondido a este creciente movimiento con cautela, desafiando públicamente a Gyanendra a participar en el proceso político a través de medios democráticos en lugar de influir sutilmente en los sentimientos monárquicos. Los comentarios de Oli reflejan las preocupaciones más amplias del liderazgo político actual, con muchos temiendo que un llamado a la reinstalación podría conducir a una mayor inestabilidad. Enfatizó que el marco constitucional de Nepal no permite un regreso a la monarquía, desestimando la idea como un peligroso retroceso.
Figuras políticas de todo el espectro han expresado sentimientos similares, advirtiendo que cualquier esfuerzo por restaurar la monarquía podría ser fútil y perjudicial para el propio Gyanendra. El sentimiento entre la élite gobernante es claro: ven el renacimiento de la monarquía como una amenaza directa al frágil orden democrático establecido en 2008.
A pesar de estas advertencias, el atractivo de la monarquía sigue siendo fuerte para muchos nepalíes, especialmente a la luz de los recientes acontecimientos. El actual paisaje político ha estado marcado por la corrupción, la fragmentación política y los desafíos económicos que muchos ciudadanos creen que han empeorado desde la abolición de la monarquía. A medida que las frustraciones por los problemas de gobernanza en curso aumentan, el público cuestiona cada vez más si el régimen real anterior proporcionó un camino más estable y próspero para la nación.
Además, el contexto histórico de la relación de Nepal con los países vecinos no puede pasarse por alto. La anterior monarquía hindú mantuvo una relación más favorable con India, mientras que las dinámicas políticas actuales han llevado a una percepción de alineación con China, lo que plantea preocupaciones sobre la soberanía y la integridad territorial. A medida que estos sentimientos crecen, la cuestión de si reinstalar la monarquía podría ofrecer una solución a los problemas actuales de Nepal se vuelve más apremiante.
Frente a los desafíos crecientes, el regreso de Gyanendra Shah sirve como un recordatorio de las complejidades dentro de la identidad política de Nepal. A medida que los sentimientos monárquicos ganan impulso, la nación se encuentra en una encrucijada, contemplando su pasado y su futuro mientras lidia con la cuestión de qué modelo de gobernanza podría abordar mejor las aspiraciones y preocupaciones de sus ciudadanos.
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