El regreso de Gyanendra desata especulaciones sobre el futuro de la monarquía en medio del descontento político.

El regreso de Gyanendra desata especulaciones sobre el futuro de la monarquía en medio del descontento político.

El regreso del exrey Gyanendra a Katmandú alimenta las especulaciones sobre la restauración de la monarquía en medio del creciente descontento con el liderazgo político de Nepal.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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Mundo 10.03.2025
El ex rey Gyanendra de Nepal ha regresado a Katmandú tras una pausa de dos meses en la localidad turística de Pokhara, lo que ha avivado las especulaciones sobre la posible restauración de la monarquía en el país. Su llegada fue recibida con un cálido recibimiento, con partidarios afirmando que más de 400,000 personas se congregaron en el aeropuerto, aunque la Associated Press estimó que la multitud era de alrededor de 10,000. Independientemente del número exacto, la recepción subraya un creciente descontento con el liderazgo político actual, encabezado por el Partido Comunista de Nepal (Marxista-Leninista Unificado) y el Primer Ministro Khadga Prasad Oli. Oli ha sugerido públicamente que si Gyanendra aspira a recuperar su trono, debería establecer un partido político y competir en elecciones. Sin embargo, los analistas indican que las ambiciones del ex rey podrían no alinearse con una carrera política; en cambio, creen que busca la restauración de su monarquía. Este sentimiento fue reiterado por Shyamal Krishna Shrestha, un miembro del Partido Nacionalista Hindú Rastriya Prajatantra, quien declaró en las redes sociales que el impulso para un “Tercer Movimiento del Pueblo” destinado a restaurar la monarquía, restablecer a Nepal como un estado hindú y desmantelar el federalismo está ganando fuerza. El clima político actual en Nepal no es propicio para el optimismo, con una creciente frustración entre la población dirigida hacia la clase política gobernante. Las acusaciones de corrupción han empañado la reputación de varios líderes, incluido el ex Primer Ministro Pushpa Kumar Dahal, y la incapacidad del gobierno para abordar problemas económicos como el desempleo en aumento y la inflación ha alimentado aún más el descontento. Muchos ciudadanos expresan su insatisfacción con el estado actual de las cosas, pero si esta insatisfacción se traduce en apoyo a Gyanendra es un tema de debate. Los observadores políticos señalan que, si bien hay un descontento palpable y decepción con los partidos gobernantes, la idea de reinstalar a Gyanendra como rey es menos atractiva para la población en general. La monarquía, que gobernó Nepal durante más de 240 años, fue formalmente abolida en 2006 tras una revolución comunista que puso fin al reinado de la dinastía Shah. Históricamente, el control de la monarquía sobre el poder ya se había debilitado antes de eso, con una influencia política significativa trasladándose a los oligarcas Rana en el siglo XIX. El regreso de Gyanendra sin duda ha suscitado conversaciones sobre el futuro de la gobernanza en Nepal, sin embargo, el consenso entre muchos analistas es que un renacimiento de la monarquía sigue siendo poco probable. Las complejidades del Nepal moderno, combinadas con el lastre histórico de su pasado real, sugieren que, aunque los llamados al cambio pueden resonar en las calles, la reinstalación de una monarquía no está en el horizonte. El país parece estar en una encrucijada, lidiando con su identidad y estructura de gobernanza en medio de una desilusión generalizada con el statu quo.
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