
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Mundo 09.03.2025
Miles de nepaleses se congregaron este domingo en Katmandú para recibir al ex rey Gyanendra Shah, quien llegó a la capital después de una gira por el oeste del país. La multitud, compuesta por aproximadamente 10,000 partidarios, exigió el restablecimiento de la monarquía que fue abolida en 2008, así como la reinstauración del hinduismo como religión estatal. La llegada de Gyanendra generó una gran agitación en el Aeropuerto Internacional Tribhuvan, donde los manifestantes bloquearon la entrada principal, provocando que los pasajeros tuvieran que caminar para acceder al edificio.
Con gritos de "Desocupen el palacio real para el rey. Vuelve, rey, salva al país. ¡Viva nuestro amado rey! Queremos monarquía", la multitud expresó su creciente descontento con la situación política actual. A pesar del despliegue de cientos de policías antidisturbios que contuvieron a los manifestantes, no se reportaron incidentes de violencia durante la jornada. Este evento resuena con la historia política reciente de Nepal, donde Gyanendra fue forzado a renunciar a su gobierno autoritario tras masivas protestas en 2006.
Desde que se abolió la monarquía, Nepal ha tenido 13 gobiernos, lo que ha dejado a muchos ciudadanos frustrados con la incapacidad de la república para garantizar una estabilidad política. La economía del país se encuentra en un estado complicado y la corrupción ha alcanzado niveles alarmantes, conduciendo a un clamor popular por un cambio en el sistema político. El descontento actual ha llevado a algunos a reconsiderar su postura sobre el antiguo régimen monárquico.
Thir Bahadur Bhandari, un asistente de 72 años, fue uno de los muchos que expresó su apoyo incondicional a Gyanendra, indicando que estaban allí para respaldarlo hasta que fuera reinstalado en el trono. Este sentimiento de nostalgia por la monarquía no es aislado; muchos, como Kulraj Shrestha, un carpintero de 50 años que una vez participó en las protestas para derrocar al rey, ahora abogan por su regreso. Shrestha, quien se mostró decepcionado por el rumbo del país, subrayó que la corrupción masiva ha sido el principal problema que enfrenta Nepal bajo el régimen republicano.
A pesar de esta oleada de apoyo, Gyanendra ha mantenido silencio ante los llamados a un regreso al poder. Es importante recordar que su reinado, que comenzó en 2002 tras la trágica masacre de su familia, estuvo marcado por un gobierno autoritario que se tradujo en una serie de violaciones de derechos humanos. En 2005, Gyanendra tomó el control absoluto, disolviendo el parlamento y utilizando al ejército para consolidar su poder, lo que eventualmente provocó un rechazo generalizado que culminó en su destitución.
El contexto actual de Nepal presenta un dilema. Si bien la nostalgia por la monarquía está resurgiendo, la memoria colectiva de los abusos durante el gobierno de Gyanendra parece ser un recordatorio de los riesgos asociados con la reinstauración de un régimen autoritario. La gente parece olvidarse de que el cambio de la monarquía a la república fue el resultado de un largo y doloroso proceso de lucha por la democracia y la libertad.
El creciente apoyo a Gyanendra y la demanda de un retorno a la monarquía plantean preguntas sobre la dirección futura del país. Si bien muchos sienten que la república ha fracasado, otros temen que regresar a un sistema monárquico pueda ser un paso atrás en el camino hacia la consolidación de la democracia. Nepal enfrenta un cruce de caminos en su historia política, y la tensión entre el deseo de estabilidad y el temor a la autoritarismo se hace cada vez más palpable.
Mientras tanto, el gobierno actual enfrenta presiones sin precedentes. Con una economía tambaleándose y una corrupción que sigue siendo un tema candente, los líderes políticos deben encontrar formas de abordar las inquietudes de los ciudadanos antes de que el descontento se traduzca en más manifestaciones y exigencias. La situación en Nepal es un recordatorio de que la política es un terreno volátil, donde los sueños de un futuro mejor pueden verse empañados por el peso de las decisiones del pasado.
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