
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Desastres Naturales 07.03.2025
La posición geográfica de Indonesia, situada en la zona de convergencia de tres placas tectónicas principales, la convierte en una de las naciones más propensas a desastres en el mundo. El Informe Mundial de Riesgo 2024 destaca a Indonesia como el segundo país más vulnerable a desastres naturales, enfrentando amenazas de terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, deslizamientos de tierra e inundaciones. El costo histórico de tales calamidades es asombroso, ejemplificado por eventos catastróficos como el terremoto y tsunami del Océano Índico de 2004, que cobró más de 230,000 vidas, y el terremoto y tsunami de Palu en 2018, que resultaron en más de 4,400 muertes. A pesar de esta evidente vulnerabilidad, el gobierno indonesio parece rezagarse en la priorización de una gestión efectiva del riesgo de desastres, dejando a sus ciudadanos sin preparación ante la inevitabilidad de futuros desastres.
Existe una brecha evidente en el sector educativo en lo que respecta a la preparación para desastres. A diferencia de Japón, que ha integrado la educación sobre desastres en su currículo y realiza simulacros regularmente, Indonesia cuenta con un escaso 4% de escuelas que adoptan la Educación para la Reducción del Riesgo de Desastres (DRRE). A menudo, las iniciativas de concienciación sobre desastres surgen solo después de una catástrofe, resultando en sesiones de capacitación esporádicas y transitorias que no logran construir una cultura de preparación. Esta falta de un programa estructurado y continuo de educación sobre desastres deja a las poblaciones mal equipadas para responder de manera efectiva, aumentando el potencial de bajas y pérdidas económicas cuando ocurren desastres.
El panorama socioeconómico de Indonesia complica aún más sus capacidades de respuesta ante desastres. Las altas tasas de pobreza significan que muchas comunidades de bajos ingresos residen en áreas propensas a desastres, como márgenes de ríos y regiones costeras, debido a limitaciones económicas. En consecuencia, los grupos marginados—como los pobres, los sin hogar y los discapacitados—soportan el peso de los impactos de los desastres. El terremoto de Cianjur en 2022 ilustró de manera contundente esta realidad, afectando desproporcionadamente a estas comunidades vulnerables y llevando a un mayor número de muertes y desplazamientos prolongados. En Yakarta, las inundaciones anuales devastan constantemente los barrios de bajos ingresos, donde los residentes no tienen otra opción que permanecer en áreas de alto riesgo en medio de inundaciones repetidas.
En un giro desconcertante, el gobierno indonesio ha optado por recortar presupuestos para instituciones clave, incluida la Agencia de Meteorología, Climatología y Geofísica (BMKG), responsable de la previsión meteorológica y la detección de terremotos. Esta decisión, enmarcada como un movimiento hacia la eficiencia del presupuesto nacional, compromete la precisión del monitoreo de desastres y las iniciativas de preparación pública. En lugar de fortalecer la resiliencia ante desastres, el gobierno ha redirigido fondos a otros sectores, como un controvertido programa de almuerzos gratuitos que ha sido objeto de críticas por su practicidad y efectividad.
Los desafíos se ven aún más complicados por problemas de seguridad, que incluyen el robo de equipos esenciales para la detección de desastres. Un incidente reciente en Sidrap, Sulawesi del Sur, donde se robaron herramientas de detección de terremotos y tsunamis, ejemplifica el precario estado de la infraestructura de preparación ante desastres en Indonesia.
Sin embargo, en medio de estos fracasos sistémicos, las comunidades locales han preservado valiosos conocimientos tradicionales sobre desastres que han salvado vidas de manera efectiva. Por ejemplo, el pueblo de Simeulue, en Aceh, emplea el "Smong", una tradición oral que enseña la concienciación y respuesta ante tsunamis. Esta sabiduría cultural mitigó significativamente las bajas durante el tsunami de 2004, mostrando el potencial del conocimiento local en la preparación ante desastres. Sin embargo, tales iniciativas siguen siendo aisladas y no están integradas en una estrategia nacional, lo que subraya la falta de compromiso del gobierno para fomentar un marco cohesivo de educación sobre desastres.
En resumen, la susceptibilidad de Indonesia a desastres naturales requiere estrategias de preparación urgentes y completas. A pesar de la resiliencia demostrada por las comunidades locales a través del conocimiento tradicional, el gobierno nacional aún no ha establecido un marco sostenible a largo plazo para la educación y mitigación de desastres. La falta de prioridad en la gestión del riesgo de desastres—ejemplificada por la financiación inadecuada, iniciativas educativas insuficientes y el descuido del conocimiento local—deja a millones de indonesios vulnerables a calamidades futuras. Para romper este ciclo de devastación, Indonesia debe mejorar la educación sobre desastres, asignar presupuestos apropiados a la gestión de desastres e integrar el conocimiento indígena en las políticas nacionales. Además, es esencial abordar las disparidades económicas que obligan a las comunidades vulnerables a vivir en condiciones de alto riesgo. Sin estas reformas críticas, Indonesia enfrenta un futuro de tragedias repetidas, carente de soluciones efectivas y duraderas.
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