Nicaragua: Brody denuncia un régimen autoritario y el fin de la democracia

Nicaragua: Brody denuncia un régimen autoritario y el fin de la democracia

Nicaragua enfrenta un régimen autoritario bajo Ortega y Murillo, con violaciones a derechos humanos y represión de la disidencia.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Mundo 27.02.2025
En los últimos años, Nicaragua ha sido escenario de profundas transformaciones políticas que han despertado la preocupación de la comunidad internacional. En una reciente entrevista con France 24, Reed Brody, un destacado abogado y defensor de los derechos humanos conocido como 'el Cazadictadores', advirtió que las reformas impulsadas por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo han llevado al país a convertirse en un Estado autoritario, donde se ha consolidado un poder absoluto en la figura presidencial. Brody no escatimó en críticas al nuevo marco constitucional, comparándolo con un "decreto monárquico" que ha anulado prácticamente la separación de poderes en el país. Desde la creación del Grupo de Expertos de Naciones Unidas (GHREN) en marzo de 2022, se han documentado violaciones sistemáticas a los derechos humanos en Nicaragua. Según el grupo, la transformación del Estado ha eliminado cualquier vestigio de instituciones independientes, marcando un "golpe final" al Estado de derecho. Las voces disidentes, tanto dentro como fuera del país, sufren una represión que se manifiesta en detenciones arbitrarias y un clima de miedo generalizado. Brody, quien ha tenido a lo largo de su carrera un papel clave en numerosos juicios internacionales, considera que la nueva constitución nicaragüense no solo legaliza el poder absoluto de Ortega y Murillo, sino que lo formaliza de manera que parece más una monarquía que un instrumento democrático. "Tienen poder sobre los poderes judiciales, legislativos y electorales. Han dejado de ser poderes y se han convertido en órganos subordinados a la Presidencia", declaró Brody. Esta concentración de poder, lejos de ser un avance hacia la democracia, representa un retroceso alarmante. La fusión entre el Estado y el Frente Sandinista, tal como lo describe Brody, ha hecho que la bandera del partido se convierta en un símbolo nacional y que los funcionarios del partido supervisen todos los aspectos de la vida pública. Esta red de vigilancia ha transformado la sociedad nicaragüense en un entorno de "silencio impuesto", donde la disidencia es brutalmente reprimida y aquellos que se atreven a cuestionar al régimen enfrentan serias consecuencias, incluyendo la apatridia. El abogado también abordó el intento del gobierno de justificar su accionar bajo la narrativa de un golpe de Estado orquestado por la oposición y la iglesia, afirmando que no han encontrado evidencia que apoye tales afirmaciones. "Las protestas de 2018 eran legítimas y pacíficas", afirmó Brody. La represión que siguió, que resultó en más de 300 muertos, fue una clara manifestación de la falta de preparación y del impulso represor del gobierno. Una de las violaciones más graves documentadas ha sido la privación de nacionalidad a opositores, un fenómeno sin precedentes en el mundo actual. Brody expuso que, en algunos casos, las autoridades han despojado a los ciudadanos de su nacionalidad y confiscado sus bienes sin el debido proceso. "No hay ningún otro país en el mundo que use la privación de nacionalidad por razones individuales y políticas como lo hace Nicaragua", apuntó, instando a la comunidad internacional a tomar medidas enérgicas contra esta práctica. La situación en Nicaragua se ha vuelto insostenible. Más de medio millón de nicaragüenses han huido del país para escapar de la represión, y los que permanecen enfrentan un clima de vigilancia constante. La influencia del Ejército en la represión ha sido otro de los aspectos alarmantes, con informes que detallan su participación activa en la vigilancia y control social. El impacto de estas reformas y la represión sistemática no solo afecta a la sociedad civil, sino que también ha aislado al país en el ámbito internacional. Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han denunciado la situación, señalando que Nicaragua se encuentra en una crisis política y social sin precedentes. A medida que la comunidad internacional observa con creciente preocupación la evolución de Nicaragua, la advertencia de Brody resuena con claridad. Con un régimen que se asemeja más a una monarquía que a una democracia, el futuro del país se presenta incierto y sombrío. La lucha por la democracia y los derechos humanos en Nicaragua está lejos de terminar, y las decisiones que tomen los líderes mundiales en respuesta a esta crisis serán cruciales para determinar el rumbo del país y el bienestar de su población.
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