
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Mundo 13.02.2025
La reciente viralización de un video falso en el que Scarlett Johansson y otras celebridades critican las declaraciones antisemitas del rapero Ye ha puesto de relieve la creciente preocupación sobre el uso de la inteligencia artificial en la creación de contenido engañoso. Ante esta situación, la actriz ha hecho un llamado urgente al Gobierno de Estados Unidos para que implemente regulaciones que protejan a los ciudadanos de los peligros que esta tecnología puede acarrear.
El video, creado por la IA israelí Ori Bejeran, muestra a Johansson junto a figuras como Drake, David Schwimmer, Mark Zuckerberg y Steven Spielberg, todos luciendo camisetas con un mensaje controvertido. Esta representación distorsionada no solo ha generado indignación, sino que ha puesto en evidencia cómo la inteligencia artificial puede manipular la percepción pública y crear narrativas que, aunque ficticias, pueden tener un impacto real en la sociedad.
Johansson no es nueva en el radar de la IA; anteriormente, ha sido víctima de su uso indebido. Su voz fue replicada por OpenAI en una versión de ChatGPT, lo que llevó a la actriz a expresar su preocupación por la falta de control sobre estas tecnologías. Además, en 2023, emprendió acciones legales contra una aplicación que utilizó su imagen y voz sin su consentimiento. Estos incidentes han contribuido a su fuerte postura sobre la necesidad de regulaciones estrictas en el uso de la inteligencia artificial.
La actriz resaltó que muchos países progresistas ya han tomado medidas para regular el uso de la IA, mientras que Estados Unidos parece estar “paralizado” en este sentido. Este estancamiento en la creación de legislación puede tener consecuencias graves, no solo para figuras públicas como Johansson, sino para todos los ciudadanos que podrían ser afectados por la desinformación y la manipulación que puede surgir del mal uso de esta tecnología.
“Debemos denunciar el mal uso de la IA, sin importar su mensaje, o corremos el riesgo de perder el control de la realidad”, exhortó Johansson, enfatizando que este problema no es exclusivo de los artistas, sino que afecta a la sociedad en su conjunto. La capacidad de crear contenido falso que parece auténtico plantea interrogantes sobre la verdad, la confianza y la percepción en la era digital.
El contexto de la viralización del video es particularmente significativo, dado que se produce en un momento en que el discurso de odio y la desinformación están en aumento. La comunidad judía ha sido objeto de ataques y hostigamientos en diversas plataformas, lo que hace que el mensaje del video, aunque falso, resuene con una urgencia alarmante. La IA, en este sentido, puede ser una herramienta poderosa, pero también peligrosa.
La respuesta a esta situación no debería ser solo la indignación, sino una acción coordinada que lleve a la creación de normas y regulaciones que limiten el uso irresponsable de la inteligencia artificial. Es fundamental que tanto el Gobierno como la sociedad civil trabajen juntos para establecer un marco que garantice la protección de los derechos de todos los ciudadanos y salvaguarde la integridad de la información en nuestros tiempos.
Johansson ha instado a que la regulación de la IA sea “una prioridad absoluta”, destacando que la falta de acción puede llevar a un escenario donde la realidad se vuelva cada vez más difusa y manipulable. Su llamado no solo refleja su experiencia personal, sino también la preocupación por un futuro donde la confianza en lo que vemos y escuchamos se vea erosionada.
El caso de Johansson y su lucha por regular la inteligencia artificial es un claro ejemplo de cómo la tecnología, en su forma más avanzada, puede ser tanto una herramienta de innovación como un arma de desinformación. El desafío ahora radica en encontrar un equilibrio que permita el desarrollo tecnológico sin sacrificar la verdad y la justicia.
En conclusión, la situación actual demanda una reflexión profunda sobre el papel de la inteligencia artificial en nuestras vidas. Es responsabilidad de todos, desde los legisladores hasta los ciudadanos, exigir la regulación necesaria para garantizar que estas tecnologías se utilicen de manera ética y responsable, protegiendo así el tejido de nuestra sociedad y su capacidad para discernir la verdad.
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