Legado del VIH/SIDA: Del Estigma a la Abogacía, La Lucha Continua por la Igualdad

Legado del VIH/SIDA: Del Estigma a la Abogacía, La Lucha Continua por la Igualdad

La epidemia del VIH y el SIDA remodeló la atención médica y las actitudes sociales a lo largo de las décadas, revelando el estigma persistente y la necesidad de educación y defensa continuas.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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En las últimas cuatro décadas, la epidemia de VIH y SIDA ha dejado un legado profundo, remodelando las políticas de salud, las actitudes sociales y las vidas de innumerables individuos, particularmente dentro de la comunidad LGBTQIA+ en los Estados Unidos. Surgiendo a principios de la década de 1980, el VIH y el SIDA estuvieron inicialmente envueltos en estigmas y malentendidos, en gran parte debido a los prejuicios contra los hombres homosexuales y las narrativas predominantes que enmarcaban al virus como una "enfermedad gay". Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) observaron por primera vez patrones de la enfermedad, vinculando notablemente el sarcoma de Kaposi—un cáncer raro—directamente al SIDA, y los medios de comunicación rápidamente acuñaron términos que perpetuaban el estigma, etiquetándolo como "cáncer gay". A medida que se desarrollaba la epidemia, se hizo dolorosamente evidente que los prejuicios sociales influían en gran medida en la percepción pública y las respuestas de salud. Las personas diagnosticadas con VIH enfrentaban una severa ostracización social, perdiendo trabajos, hogares y relaciones. Activistas como Bobbi Campbell, quien habló abiertamente sobre su diagnóstico, desempeñaron roles críticos en la defensa de los derechos de los pacientes y en la concienciación. La defensa pública de Campbell fue un faro de resiliencia durante una época en la que predominaban el silencio y el miedo, estableciendo un precedente para el activismo futuro. A pesar del creciente número de muertes y casos—reportando 270 casos y 121 muertes solo en 1981—la respuesta del gobierno fue lenta, empañada por conceptos erróneos y estigmatización. La reciente desclasificación de la homosexualidad como un trastorno mental por parte de la Asociación Americana de Psiquiatría en 1973 hizo poco para cambiar la narrativa en torno al SIDA. Figuras influyentes, incluido el expresidente Ronald Reagan, permanecieron en silencio sobre la crisis hasta mediados de la década de 1980, mientras que acciones legislativas como la Enmienda Helms alienaron aún más a la comunidad LGBTQIA+ al prohibir fondos federales para la educación sobre el SIDA, sustentadas en la creencia de que discutir la enfermedad podría convalidar la homosexualidad. La marea comenzó a cambiar en la última parte de la década de 1980, cuando surgieron organizaciones de base como ACT UP, protestando contra la inacción del gobierno y exigiendo una respuesta de salud pública a la crisis. A través de un activismo incansable, ACT UP fue fundamental en la defensa de financiamiento para la investigación y tratamientos esenciales para el SIDA, transformando el panorama del cuidado del VIH. Para 1995, el número de casos de SIDA reportados había aumentado a 500,000 en EE. UU., subrayando la urgencia de una reforma. En las décadas siguientes, se han logrado avances significativos en el tratamiento y la prevención del VIH. La introducción de la terapia antirretroviral ha reducido drásticamente las muertes relacionadas con el SIDA en un 69% desde 2004, mientras que las protecciones legales para los pacientes han evolucionado. Sin embargo, como señalan hoy los trabajadores de la salud, los restos del estigma que rodea al VIH y al SIDA persisten. Lily, una enfermera en el área metropolitana de Seattle, reflexiona sobre los cambios que ha presenciado a lo largo de los años. Si bien reconoce las mejoras en las actitudes sociales hacia el VIH y el SIDA, enfatiza que persisten desafíos, particularmente en cómo se enmarcan las discusiones sobre salud sexual. “El contacto sexual sigue siendo estigmatizado en la sociedad”, comentó, destacando las barreras que impiden conversaciones abiertas sobre la enfermedad. Kayla Kitrell, estudiante de psicología y asistente de investigación, comparte estos sentimientos, subrayando que los conceptos erróneos sobre el VIH y el SIDA aún prevalecen. “La gente a menudo piensa que es una 'enfermedad de estilo de vida' que solo afecta a personas homosexuales, lo cual es completamente falso”, señala Kitrell, enfatizando la necesidad de educación y defensa continuas para desmentir estas creencias desfasadas. Kamari Colburn, estudiante de enfermería en la Universidad Prairie View A&M, añade que las iniciativas educativas han transformado la forma en que se abordan el VIH y el SIDA en la formación médica. “En lugar de infundir miedo, nos enseñan sobre prácticas seguras y cómo apoyar a quienes viven con VIH”, explicó. Sin embargo, ella también reconoce que el camino por delante está lleno de desafíos, particularmente en lo que respecta a creencias religiosas arraigadas que contribuyen al estigma. Al reflexionar sobre el legado de la epidemia de VIH y SIDA, queda claro que, si bien se han dado pasos significativos en el tratamiento y las actitudes sociales, todavía queda un trabajo considerable por hacer. El impacto continuo de la epidemia en la comunidad queer y la lucha necesaria contra el prejuicio y la discriminación son un recordatorio del pasado. De cara al futuro, es crucial asegurar que el progreso no solo sea reconocido, sino que se persiga activamente, protegiendo la salud y la dignidad de todas las personas afectadas por el VIH y el SIDA. La concienciación, la educación y la defensa siguen siendo esenciales para combatir los restos del estigma y apoyar a las comunidades marginadas en su lucha continua por la igualdad y la comprensión.

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