Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En una reunión sin precedentes de líderes corporativos estadounidenses, 200 directores ejecutivos se reunieron en el Ziegfield Ballroom de la ciudad de Nueva York, a tan solo 32 pasos del trágico asesinato del CEO de UnitedHealth, Brian Thompson. La reciente acusación de Luigi Mangione, acusado de este impactante crimen, arrojó una sombra sombría sobre la cumbre, pero no disuadió a los asistentes. En cambio, subrayó un firme compromiso entre estos líderes de mantenerse firmes ante la creciente violencia y el malestar social. En medio de una mayor seguridad y protestas de activistas de extrema izquierda, la presencia de los CEOs fue una poderosa declaración contra los extremos populistas que amenazan el tejido del liderazgo estadounidense. Se reunieron no solo para discutir cuestiones empresariales urgentes, sino también para reafirmar sus roles como guardianes de la estabilidad y el crecimiento económico de Estados Unidos durante un clima político particularmente turbulento. Esta cumbre tuvo lugar en el contexto del regreso a la oficina del presidente electo Donald Trump, un hecho que muchos CEOs reconocieron con una compleja mezcla de cautela y oportunidad. A pesar de la falta general de apoyo a la candidatura de Trump entre estos líderes empresariales—evidenciado por el único CEO de Fortune 100 que donó a su campaña—hubo un reconocimiento palpable de que los resultados electorales exigían un enfoque unificado hacia la gobernanza y la política económica. Los CEOs enfatizaron la importancia de colaborar con la administración entrante, considerando que era su deber patriótico involucrarse de manera constructiva con Trump. Este sentimiento fue particularmente fuerte dado el reciente crítico dirigido a la administración por diversas facciones políticas. Creen que al ofrecer sus perspectivas y experiencia, pueden ayudar a dar forma a políticas que beneficien tanto al público estadounidense como a sus propios interesados. Central a las discusiones fue la nominación de Robert F. Kennedy Jr. para supervisar el Departamento de Salud y Servicios Humanos. Un significativo 69% de los CEOs encuestados expresó su preocupación de que este nombramiento pudiera poner en peligro la salud pública y afectar negativamente a la industria farmacéutica. Los CEOs expresaron de manera colectiva su deseo de ayudar al presidente electo a comprender los avances críticos logrados en el cuidado de la salud y los productos farmacéuticos, que han contribuido a una notable mejora en la salud pública y un aumento en la esperanza de vida en Estados Unidos. La cumbre concluyó con un mensaje claro: aunque pueden existir opiniones divergentes sobre políticas, el objetivo general de fomentar una economía próspera y resiliente une a estos líderes. Prometieron trabajar juntos, trascendiendo divisiones políticas, para asegurar que los intereses de las empresas y los ciudadanos estadounidenses estén representados en la próxima administración. El compromiso mostrado por estos CEOs, incluso frente a la adversidad, señala una determinación de mantener los principios de liderazgo y colaboración que son vitales para enfrentar los desafíos que se avecinan.