Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Los investigadores han debatido durante mucho tiempo las implicaciones para la salud de los alimentos ultraprocesados, que dominan la dieta estadounidense, representando aproximadamente el 73 por ciento del suministro de alimentos. Estos alimentos abarcan una amplia variedad de productos, desde refrescos azucarados y golosinas hasta artículos aparentemente benignos como panes integrales y yogures saborizados. Un estudio reciente arroja nueva luz sobre la relación entre los alimentos ultraprocesados y la salud del corazón, sugiriendo que no todos los alimentos ultraprocesados conllevan los mismos riesgos. Realizado por la Dra. Josiemer Mattei y sus colegas de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, el estudio analizó datos de más de 200,000 adultos en los Estados Unidos, observando sus hábitos dietéticos a lo largo de aproximadamente 30 años. Los participantes, en su mayoría blancos y profesionales de la salud, completaron cuestionarios dietéticos detallados a partir de la década de 1980 y fueron seguidos cada dos a cuatro años. Después de ajustar por varios factores de riesgo, los hallazgos fueron significativos: los individuos que consumían las mayores cantidades de alimentos ultraprocesados tenían un 11 por ciento más de probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares y un 16 por ciento más de riesgo de enfermedad coronaria en comparación con aquellos con los niveles más bajos de consumo. Un análisis adicional combinó este estudio con datos de otros 19, abarcando aproximadamente 1.25 millones de adultos, reforzando el vínculo entre la ingesta de alimentos ultraprocesados y los riesgos cardiovasculares elevados. Notablemente, aquellos con los niveles más altos de consumo tenían un 23 por ciento mayor probabilidad de desarrollar enfermedad coronaria y un 9 por ciento más de riesgo de accidente cerebrovascular. Si bien la naturaleza extensa del estudio lo hace robusto, también se señalaron limitaciones. Los cuestionarios dietéticos no capturaron de manera efectiva el nivel de procesamiento de los alimentos, lo que obligó a los investigadores a clasificar los artículos de manera retroactiva, y la homogeneidad demográfica de los participantes podría no reflejar la experiencia de la población en general con los alimentos ultraprocesados. A pesar de estas limitaciones, la Dra. Mattei observó que la consistencia de los hallazgos en la investigación global que vincula el consumo de alimentos ultraprocesados con peores resultados de salud es notable. La pregunta crítica sigue siendo: ¿cuáles alimentos ultraprocesados contribuyen más a estos riesgos para la salud? Los investigadores categorizaron los alimentos ultraprocesados en diez grupos, identificando las bebidas azucaradas y las carnes, aves y pescados procesados como los principales culpables significativamente asociados con el aumento de riesgos cardiovasculares. Cuando estas categorías específicas fueron eliminadas del análisis de datos, el riesgo general asociado con los alimentos ultraprocesados disminuyó notablemente. En cambio, algunos alimentos ultraprocesados, incluyendo cereales para el desayuno y yogures saborizados, parecían tener un riesgo reducido o negligible para la enfermedad cardíaca. Esta diferenciación plantea preguntas intrigantes sobre los métodos de procesamiento y los perfiles nutricionales de varios artículos ultraprocesados. Las carnes procesadas, a menudo cargadas de sodio y grasas saturadas, y las bebidas azucaradas parecen ser las más perjudiciales. En contraste, ciertos cereales y panes ultraprocesados pueden proporcionar nutrientes esenciales, incluyendo fibra y vitaminas del grupo B, incluso si caen bajo el paraguas de los ultraprocesados. A medida que la investigación continúa evolucionando, los expertos instan a un enfoque cauteloso hacia los alimentos ultraprocesados. La Dra. Mattei sugiere que nuestra comprensión actual de estos alimentos es similar al viaje histórico de las grasas dietéticas, donde entender qué tipos son perjudiciales tomó tiempo. El trabajo en curso probablemente conducirá a pautas más claras sobre los alimentos ultraprocesados y sus implicaciones para la salud. A la luz de los hallazgos, los expertos en salud enfatizan la importancia de priorizar alimentos no procesados y mínimamente procesados en nuestras dietas. Consumir más frutas, verduras, legumbres, nueces y granos enteros se ha asociado consistentemente con mejores resultados de salud. Además, se alienta a las personas a reducir o eliminar las carnes procesadas y las bebidas azucaradas de sus dietas, ya que estas se han vinculado repetidamente con efectos adversos para la salud. Sin embargo, el diálogo sobre los alimentos ultraprocesados no termina ahí. La investigación ha identificado ciertos aditivos en muchos productos ultraprocesados, como edulcorantes artificiales y conservantes, que se han asociado con condiciones de salud como el cáncer y la diabetes tipo 2. Esto resalta la necesidad de más investigación para entender cómo estos ingredientes impactan la salud. En última instancia, aunque la etiqueta de ultraprocesado proporciona un marco para entender los posibles riesgos para la salud, no debe ser la única métrica para determinar la salubridad de un alimento. A medida que los consumidores y los investigadores navegan por este complejo panorama, un enfoque matizado hacia las elecciones dietéticas sigue siendo esencial para la salud a largo plazo.