Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La grave situación de los incendios forestales en Ecuador ha puesto de manifiesto la urgente necesidad de responsabilidad ciudadana y la colaboración entre comunidades y autoridades. En las últimas semanas, el país ha enfrentado un panorama desolador, donde la combinación de bajas condiciones de humedad, clima seco y altas temperaturas ha creado un caldo de cultivo perfecto para el inicio de estos devastadores siniestros. La tarde de ayer se reportaron 16 incendios forestales activos, mientras que 6 lograron ser controlados, algunos de los cuales oscurecieron el cielo de la capital, dejando en evidencia el impacto visual y emocional que estos eventos generan en la población. De acuerdo con el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), las provincias de Loja, Pichincha e Imbabura son las más afectadas, con un incremento de temperatura que hace de estas zonas un foco de alto riesgo para incendios forestales. Desde el 23 de agosto, se han contabilizado 606 incendios en un total de 19 provincias, lo que demuestra una tendencia alarmante. Con más de 13.484 hectáreas devastadas, las cifras son escalofriantes; en Loja, por ejemplo, se han quemado más de 10.000 hectáreas, una extensión mayor a la de la ciudad de Cuenca. La devastación no se limita a la pérdida de vegetación. Hasta el momento, se han registrado 79 familias damnificadas y unos 6.100 animales han perdido la vida a causa de estos siniestros. La comunidad debe ser consciente de que detrás de cada incendio hay vidas y hogares que se ven afectados. Las autoridades han respondido con acciones contundentes, incluyendo la descarga de 357.000 litros de agua desde aeronaves, incluso con apoyo del Perú, pero estos esfuerzos no pueden ser sostenidos si la ciudadanía no asume un compromiso activo en la prevención. La educación sobre la prevención de incendios forestales es fundamental. La irresponsabilidad en la práctica de quemas agrícolas o el uso imprudente del fuego puede desencadenar tragedias que afectan no solo a la flora y fauna, sino también a las comunidades enteras. La cooperación entre ciudadanos y autoridades debe ser una constante, donde la comunicación fluida y el intercambio de información veraz jueguen un papel crucial en la lucha contra estos desastres. La propagación de información falsa o rumores puede agravar la situación y generar pánico en la población, lo que es contraproducente en momentos de crisis. Es imprescindible reconocer el trabajo arduo de los uniformados de las Fuerzas Armadas, Bomberos, Policía y socorristas que se encuentran en la primera línea de combate contra el fuego. Su valentía y dedicación merecen el apoyo y el reconocimiento de toda la ciudadanía. Sin su esfuerzo, la magnitud de la tragedia podría haber sido mucho mayor. La colaboración de la población en la identificación de focos de incendio y el reporte inmediato a las autoridades es una tarea que cada ciudadano debe asumir como parte de su responsabilidad social. El futuro inmediato plantea un reto monumental: la reforestación de las extensas áreas que han sido arrasadas por las llamas. Este proceso es crucial no solo para recuperar la biodiversidad, sino también para restaurar el equilibrio ecológico que se ha visto comprometido. Se requiere de un esfuerzo colectivo, donde el gobierno, las organizaciones no gubernamentales, las comunidades locales y cada individuo se comprometan a participar en la restauración del medio ambiente. La situación de los incendios forestales en Ecuador es un llamado a la acción. La crisis climática y ambiental que vivimos no puede ser enfrentada de manera aislada. Es vital que se genere un sentido de comunidad en la lucha por proteger nuestros bosques y ecosistemas, y que cada uno de nosotros asuma un papel activo en la prevención de incendios. Los incendios forestales son un problema que no solo afecta a la naturaleza, sino que también impacta directamente en la vida de las personas, la economía y la salud de las comunidades. Por lo tanto, es imperativo que todos reflexionemos sobre el papel que jugamos en esta problemática y trabajemos en conjunto para mitigar los efectos de los incendios en nuestro país. En conclusión, la responsabilidad ciudadana es fundamental en la lucha contra los incendios forestales. Debemos unirnos como sociedad para proteger nuestro entorno, apoyar a quienes arriesgan su vida en la lucha contra el fuego y comprometernos a restaurar lo que se ha perdido. Solo a través de un esfuerzo colectivo será posible enfrentar estos desafíos y garantizar un futuro más seguro y saludable para todos.