Cimballa enfrenta crisis por crecidas del río Piedra y falta de infraestructura adecuada

Cimballa enfrenta crisis por crecidas del río Piedra y falta de infraestructura adecuada

Cimballa enfrenta una crisis por la crecida del río Piedra, que ha incomunicado a sus 150 habitantes, sin daños personales reportados.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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La situación en Cimballa, una pequeña localidad zaragozana, se ha vuelto crítica tras la reciente crecida del río Piedra, que ha incomunicado a sus 150 habitantes. Este evento se ha repetido por tercera vez en tan solo cuatro días, mostrando la fuerza de las intensas tormentas que han sacudido la región. A pesar de la gravedad de la situación, el 112 Aragón ha confirmado que no se han reportado daños personales, lo cual es un alivio para la comunidad afectada. Cecilio Eloy Roy, alcalde del municipio, ha expresado su preocupación por la falta de mantenimiento del cauce del río. "Cuando llueve mucho por aquí estamos perdidos", comentó, refiriéndose a la necesidad de una limpieza regular del río y sus alrededores. El agua ha obligado a cerrar la carretera CV-671, la única vía que conecta Cimballa con Aldehuela de Liestos, dejando a la población aislada y a merced de los elementos. La Confederación Hidrográfica del Ebro mantiene una vigilancia constante sobre los ríos aragoneses, ante la posibilidad de que las tormentas continúen hasta el próximo viernes, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). La comunidad local espera que la intervención de los técnicos y del personal de Protección Civil permita evaluar la evolución de la situación en las próximas horas. Sin embargo, el temor persiste, con el alcalde advirtiendo que "todavía puede llegar más agua y que haya más inundaciones". La falta de infraestructura adecuada para manejar estos desastres naturales ha sido un punto de crítica por parte de los vecinos, quienes sienten que sus preocupaciones no son atendidas adecuadamente. "No quiero ni pensar en los daños que habrá cuando se vaya el agua", ha señalado Roy, haciendo hincapié en la necesidad de que se realicen reparaciones en las propiedades privadas y en el espacio público tras la crisis. Además de Cimballa, otras localidades de Zaragoza también han experimentado problemas significativos debido a las lluvias. En Maluenda, la crecida del río Jiloca ha causado el taponamiento de un puente, mientras que el tráfico ferroviario ha sido interrumpido entre Calatayud y Alhama de Aragón. Las carreteras N-234 y N-2 también enfrentan cortes significativos por deslizamientos y acumulación de agua, complicando aún más la movilidad en la región. La preocupación por la seguridad y el bienestar de los ciudadanos se extiende más allá de Zaragoza. En Huesca, un desprendimiento de piedras ha bloqueado el acceso a través de la N-240, y en Albalate del Arzobispo, la turbidez del río Martín ha generado alarma entre los vecinos, quienes dependen de reservas de agua potable. La situación es un recordatorio de la vulnerabilidad de muchas localidades ante fenómenos meteorológicos extremos. La falta de preparación y mantenimiento en infraestructura fluvial podría tener consecuencias devastadoras si no se toman medidas adecuadas. La comunidad de Cimballa, pequeña pero resiliente, espera que las autoridades tomen cartas en el asunto para evitar que futuras tormentas resulten en desastres aún mayores. Mientras las lluvias continúan, la incertidumbre persiste entre los habitantes de Cimballa y otras localidades afectadas. La esperanza es que, tras el paso de la tormenta, se tomen acciones efectivas que garanticen la seguridad y protección de los ciudadanos. La necesidad de un plan integral que contemple no solo la gestión de inundaciones, sino también la preservación de los ecosistemas y la infraestructura necesaria para mitigar los efectos de tales eventos climáticos, es más apremiante que nunca. La comunidad no solo lucha contra el agua que sube, sino también contra la falta de atención a sus necesidades básicas y un futuro incierto. La solidaridad entre los vecinos y la búsqueda de soluciones adecuadas serán clave para salir adelante en estos tiempos difíciles.

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