Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La situación meteorológica en Aragón se ha vuelto crítica ante las alertas naranjas emitidas por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), que advierten sobre la posibilidad de lluvias intensas que podrían superar los 30 litros por metro cuadrado en una hora. Estas condiciones extremas han llevado a las autoridades a ascender los niveles de alerta, especialmente en la provincia de Teruel, donde se han establecido avisos amarillos por tormentas fuertes y se han reportado riesgos de granizo en localidades como Albarracín, Jiloca, Gúdar y Maestrazgo. Con la llegada de estas fuertes precipitaciones, surge la preocupación sobre las posibles riadas y sus efectos devastadores, en particular para aquellos que se encuentren al volante. Las inundaciones pueden causar daños significativos a los vehículos, que van desde leves abolladuras hasta serias fallas mecánicas. El grado de daño, por supuesto, dependerá del nivel del agua y el tiempo que el vehículo permanezca sumergido. Si el agua alcanza hasta la mitad de las ruedas, hay cierta posibilidad de que el automóvil pueda ser arrancado, aunque puede ser necesario reemplazar el catalizador. Sin embargo, si el agua no ha ingresado al interior del vehículo, la situación se considera manejable. Este es un consuelo en medio de la crisis, ya que muchos conductores podrían estar preguntándose cómo actuar en caso de verse atrapados en una riada. Por el contrario, si el agua sobrepasa el nivel del motor, es crucial no encender el motor inmediatamente. Aunque puede parecer una respuesta instintiva, esto podría agravar los daños. Es recomendable poner el contacto para comprobar si los elementos eléctricos, como los elevalunas y las luces, funcionan. Esto podría ser una buena señal de que la instalación eléctrica se ha mantenido relativamente intacta. Los problemas se agravan si el agua entra por la toma de aire del motor. Esto podría llevar a fallos significativos en los cilindros, siendo más probable en motores diésel que en motores a gasolina. Si el nivel del agua es superior, el barro podría incluso obstruir el radiador, lo que podría provocar un sobrecalentamiento del motor si no se limpia adecuadamente. Si el agua ha penetrado en el habitáculo, las cosas complican aún más. Los tapizados, guarnecidos y controles deben ser reemplazados, así como todos los aislantes que impiden la entrada de agua. Además, si los desagües internos de la carrocería se taponan, esto puede llevar a la oxidación de la chapa, afectando la durabilidad y seguridad del vehículo. El consejo más importante que ofrecen los expertos, incluida la Fundación Mapfre, es evitar desplazamientos innecesarios durante estas tormentas intensas. Si es absolutamente necesario conducir, se debe tener siempre a mano un teléfono completamente cargado para poder pedir ayuda en caso de emergencia. La seguridad debe ser la prioridad número uno, y no hay que arriesgar la vida al atravesar tramos de carretera inundados. Ante un encuentro inesperado con un tramo de carretera inundado, lo más sensato es dar la vuelta y buscar una ruta alternativa. Si la opción es inevitable y el agua apenas cubre el camino, abandonar el vehículo es lo más recomendable, siempre con conciencia de que podría haber socavones ocultos bajo la superficie del agua. La situación se vuelve aún más aterradora si el coche cae en un cuerpo de agua profundo. En ese caso, mantener la calma es esencial. Aunque el instinto puede ser entrar en pánico, es importante recordar que el vehículo tardará varios minutos en hundirse por completo. Si aún flota, la prioridad es abrir las ventanillas y nadar hacia un lugar seguro. Si el coche ya se ha hundido parcialmente y la presión del agua impide la apertura de la puerta, se debe esperar a que el interior se inunde también. Es crucial recordar que la evacuación del vehículo debe ser un proceso lo más controlado y seguro posible. En estos momentos de crisis, la preparación y el conocimiento de cómo reaccionar pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.