Inundaciones en Frías: la comunidad enfrenta devastación y culpas mutuas

Inundaciones en Frías: la comunidad enfrenta devastación y culpas mutuas

La comunidad de Frías, Guanajuato, sufre pérdidas tras inundaciones por desbordamiento de la presa San Joaquín, responsabilizando a ejidatarios y autoridades.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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La comunidad de Frías, ubicada en el municipio de Manuel Doblado, Guanajuato, enfrenta una dura realidad tras las inundaciones que se produjeron el pasado fin de semana. Las fuertes tormentas que azotaron la región provocaron el desbordamiento de la presa de San Joaquín, resultando en la destrucción de cultivos de maíz y maguey, así como en la anegación de caminos que conectan a la comunidad. Los habitantes de Frías no han tardado en señalar a los ejidatarios locales como responsables de la crisis, argumentando que la falta de acción oportuna para abrir las compuertas de la presa exacerbó la situación. Durante la madrugada del sábado, la intensa lluvia hizo que el nivel del agua en la presa comenzara a subir rápidamente. Para las ocho de la mañana, los primeros signos de desbordamiento eran evidentes, y el agua alcanzó alturas de hasta un metro en algunas áreas. Aunque las casas en las inmediaciones de la presa sufrieron daños mínimos gracias a la rápida reacción de los vecinos, los caminos de terracería quedaron intransitables, lo que complicó aún más la situación de los afectados y su acceso a ayuda. Miguel, un caballerango de la zona, relató la devastación que sufrieron sus cultivos. "Se echaron a perder milpas y campos de maguey. Hasta los alambrados también se los llevó el agua", comentó con desánimo. La pérdida de estos cultivos representa no solo la ruina de la cosecha de la temporada, sino también un golpe directo a la economía de los habitantes que dependen de la agricultura para sobrevivir. En medio de esta tragedia, algunos vecinos como el señor Ernesto lograron proteger sus hogares colocando costales de arena para detener el avance del agua. Sin embargo, el encharcamiento en áreas donde se guardan tractores y herramientas es un recordatorio de que las secuelas de la inundación serán duraderas. "Si logramos sacar el agua con motobombas, tal vez aún podamos salvar parte de la cosecha", expresó con esperanza. La tensión entre los ejidatarios y los campesinos se ha intensificado. Los residentes culpan a los ejidatarios de no abrir las compuertas de la presa a tiempo y de haber tomado medidas que limitaron el paso del agua. Don Jesús, un vecino de la comunidad, explicó que la decisión de los ejidatarios de mantener las compuertas cerradas, bajo la creencia de que las lluvias no serían abundantes, acabó siendo un error fatal. "Si hubieran abierto las compuertas dos horas antes, el desbordamiento se hubiera evitado", argumentó con frustración. El dilema no solo se reduce a la falta de acción de los ejidatarios; los habitantes también señalan la responsabilidad del gobierno local por el mal mantenimiento de la infraestructura hidráulica. La combinación de la negligencia en la gestión de la presa y la desconfianza entre los ejidatarios ha creado un ambiente de tensión y desesperación en Frías. Mientras los cultivos y caminos quedan devastados, la comunidad se enfrenta a un futuro incierto. Las lluvias han puesto en evidencia vulnerabilidades en el sistema de gestión del agua en la región, y muchos se preguntan si habrá un plan de acción para prevenir que una tragedia similar se repita en el futuro. La situación actual de Frías es un llamado a la acción. Los habitantes necesitan no solo asistencia inmediata para aliviar las pérdidas, sino también un compromiso por parte de las autoridades para fortalecer la infraestructura local y establecer protocolos claros en el manejo de recursos hídricos. Las secuelas de esta inundación son un recordatorio de que la naturaleza puede ser implacable, pero también lo son las decisiones tomadas por el ser humano. En un momento en que la comunidad se une para enfrentar la adversidad, es vital que se tomen medidas para garantizar que, en el futuro, la gestión de sus recursos sea un reflejo de colaboración y responsabilidad compartida.

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