Pontevedra cierra julio sin incendios, pero el riesgo sigue latente en Galicia

Pontevedra cierra julio sin incendios, pero el riesgo sigue latente en Galicia

Pontevedra cierra julio sin incendios por segundo año, pero el riesgo persiste. El clima favorable reduce incendios, aunque se debe mantener alerta.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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La provincia de Pontevedra ha logrado cerrar el mes de julio sin registrar ningún incendio por segundo año consecutivo, una noticia que, aunque se celebra, también invita a la reflexión sobre la fragilidad de la naturaleza y el impacto del clima en la prevención de incendios. La Consellería de Medio Rural de Galicia ha mantenido todas las precauciones, ya que el periodo de mayor riesgo de incendios ha comenzado, extendiéndose desde el 1 de julio hasta el 30 de septiembre. Este año, el objetivo es que la superficie quemada no supere las 18.489 hectáreas en toda la comunidad autónoma. Hasta la fecha, los incendios más significativos han sido los de Trabada y Crecente, que, aunque menores en comparación con cifras pasadas, han tenido un impacto notable en las hectáreas afectadas. El fuego en Trabada, que consumió 190 hectáreas, y el de Crecente, con 170 hectáreas, son recordatorios de que la lucha contra los incendios forestales sigue vigente, a pesar de los resultados positivos en julio. La ausencia de incendios en la provincia durante este mes es un motivo de optimismo, aunque el mal tiempo, considerado el más lluvioso en una década, ha jugado un papel importante en esta ecuación. En el contexto gallego, el panorama es igualmente esperanzador. En 2023, se registraron 6.749 hectáreas quemadas en toda Galicia, una cifra que contrasta drásticamente con las más de 51.000 hectáreas consumidas en 2022, lo que refleja un cambio significativo en la dinámica de los incendios en la región. En este sentido, la comunidad se encuentra en un momento crucial de su historia reciente, donde los esfuerzos por contener el fuego parecen estar dando frutos. Sin embargo, la calma en Pontevedra y el resto de Galicia no debe llevar a la complacencia. La Consellería de Medio Rural ha señalado la existencia de un conato de incendio en el Parque Natural del Xurés, que aunque ha sido menor, resalta la necesidad de estar siempre alerta. La alerta en agosto se concentra especialmente en la provincia de Ourense, donde las temperaturas extremas, que superan los 40 grados, elevan el riesgo de incendios. Los factores climáticos, como el tiempo irregular y la poca presencia de viento, han sido clave para evitar la propagación del fuego. La combinación de condiciones meteorológicas favorables ha reducido la posibilidad de que se generen incendios forestales de gran magnitud, como los que asolaron la región en años anteriores. En 2022, más de 51.000 hectáreas fueron devoradas por el fuego, convirtiéndose en el tercer mayor registro de incendios en lo que va de siglo. Este cambio de tendencia es una señal alentadora, aunque no se debe perder de vista la realidad de que el clima puede ser impredecible. A pesar de los buenos resultados, es importante recordar que el riesgo de incendios siempre está presente, y los cambios climáticos rápidos pueden alterar la situación en cuestión de días. La memoria de incendios devastadores, como los de 2017 que arrasaron casi 62.100 hectáreas, persiste en la conciencia colectiva, lo que subraya la importancia de la preparación y la prevención. Las autoridades locales y regionales continúan enfocándose en estrategias de mitigación, abogando por una mayor conciencia pública sobre la responsabilidad que cada ciudadano tiene en la prevención de incendios. Las campañas de información y sensibilización se vuelven esenciales en este contexto, ya que cada pequeño gesto puede marcar la diferencia. La comunidad se ha mostrado proactiva en la adopción de medidas que ayuden a prevenir futuros incendios, sin embargo, los desafíos son continuos y requieren de la colaboración de todos. La vigilancia constante, junto con la educación sobre el manejo del fuego y las prácticas sostenibles, son los pilares sobre los cuales se debe construir un futuro más seguro. En conclusión, el éxito de julio en Pontevedra representa un respiro en la lucha contra los incendios, pero también debe servir como un recordatorio de la fragilidad del ecosistema y la necesidad de seguir trabajando en conjunto para proteger la riqueza natural de la región. La naturaleza es impredecible, y aunque este verano se ha presentado con buenas noticias, el compromiso con la prevención debe ser constante para asegurar que las llamas no vuelvan a devastar el paisaje gallego.

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