Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En una reflexión sincera, una doctora que ha navegado por la compleja interacción entre la salud mental y la práctica médica comparte su viaje personal de vivir con ansiedad mientras se desempeña como especialista en salud mental. Desde que ingresó a la escuela de medicina en 1983, ha luchado contra el estigma asociado tanto a su identidad sexual como a los desafíos de salud mental. Mientras que en un principio veía su ansiedad como una debilidad personal, ha llegado a entender que admitir vulnerabilidades no solo es esencial para su propio bienestar, sino también para la integridad de la profesión médica. La doctora recuerda que salir del armario como alguien que sufre de ansiedad se sintió más abrumador que su experiencia de salir del armario como gay en una época en que la homosexualidad era criminalizada y considerada una enfermedad médica. Esta yuxtaposición resalta una realidad alarmante: los desafíos de salud mental a menudo están envueltos en silencio dentro de la misma profesión dedicada a la sanación. La renuencia de los trabajadores de la salud a discutir su salud mental está arraigada en la formación que reciben, la cual fomenta el desapego emocional y una fachada de infalibilidad. Como resultado, muchos profesionales temen que revelar sus luchas socavaría su competencia y profesionalismo. A pesar de los avances en el discurso sobre la salud mental desde la pandemia de COVID-19, la cultura dentro del sistema de salud aún fomenta un clima de miedo y autoestigmatización. La doctora enfatiza la urgente necesidad de desmantelar percepciones obsoletas de fuerza y debilidad, particularmente en relación con la salud mental. La creencia predominante de que las luchas de salud mental equivalen a una insuficiencia no solo es perjudicial para los profesionales, sino también perjudicial para la calidad de atención que brindan a los pacientes. La doctora aboga por un cambio de perspectiva, instando a sus colegas a abrazar su humanidad y reconocer sus vulnerabilidades. Reflexiona sobre su propio camino hacia la autoaceptación, señalando que ha tomado décadas desafiar actitudes internalizadas que equiparan la apertura con debilidad. Su viaje la ha llevado ahora a un lugar donde reconoce que compartir sus luchas mejora su empatía y conexión con los pacientes, lo que la convierte en una mejor clínica. Con una incidencia de problemas de salud mental superior a la media entre los profesionales de la salud, la urgencia de abordar este tema no puede subestimarse. Las tasas de suicidio, particularmente entre las doctoras, subrayan la necesidad crítica de un cambio sistémico dentro de la profesión. La experiencia de la doctora destaca la importancia del autocuidado y la búsqueda de ayuda, no solo para los profesionales individuales, sino para la salud de todo el sistema de salud. A medida que se acerca a un cumpleaños importante, la doctora expresa orgullo por su compromiso con su trabajo y su nueva voz. Al fomentar un entorno donde los desafíos de salud mental se puedan discutir abiertamente, busca cerrar la brecha entre los proveedores de salud y las personas a las que sirven. El llamado a la acción es claro: reconocer la experiencia humana compartida de las luchas de salud mental es esencial tanto para la recuperación personal como para la evolución de la profesión médica. Al hacerlo, la esperanza es crear una cultura donde el apoyo y la apertura no solo sean fomentados, sino celebrados, permitiendo que todos los trabajadores de la salud lleven su verdadero yo al vital trabajo que realizan.