Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La madrugada y la mañana del 20 de julio de 2024, varios estados de México fueron sacudidos por una serie de sismos que pusieron en alerta a la población y a las autoridades correspondientes. Los temblores registrados fueron de magnitudes superiores a 4.0 en la escala de Richter, de acuerdo con la información proporcionada por el Servicio Sismológico Nacional (SSN), lo que generó preocupación en diversas regiones del país. Ante la ocurrencia de estos movimientos telúricos, las autoridades locales activaron los protocolos de seguridad correspondientes y emitieron alertas a la población para que tomaran las medidas necesarias y se resguardaran en lugares seguros. La rápida respuesta de las autoridades permitió minimizar los riesgos y garantizar la seguridad de los ciudadanos en medio de esta situación de emergencia. El primer sismo se registró alrededor de las 2:26 horas, hora local, con epicentro ubicado a 60 kilómetros al noreste de Matías Romero, en el estado de Oaxaca. Este evento sísmico tuvo una magnitud de 4.1 en la escala de Richter, una latitud de 17.29, una longitud de -94.68 y una profundidad de 141 kilómetros, lo que lo convierte en un evento de cierta relevancia en términos de impacto y percepción por parte de la población afectada. Sin embargo, este no fue el único sismo que sacudió México durante la jornada del 20 de julio. Otros movimientos telúricos se sintieron en diferentes puntos del país, generando preocupación y reviviendo el temor latente que existe en la población mexicana ante la posibilidad de sufrir un terremoto de gran magnitud. La vulnerabilidad sísmica de México es una realidad constante que obliga a estar preparados y alerta ante cualquier eventualidad de este tipo. La ocurrencia de sismos en México no es una novedad, dado que el país se encuentra ubicado en una zona altamente sísmica debido a la interacción de placas tectónicas en la región. Esta situación geográfica expone a México a la posibilidad de sufrir movimientos telúricos con cierta frecuencia, lo que implica la necesidad de contar con medidas de prevención y respuesta ante emergencias bien establecidas y difundidas en toda la población. La coordinación entre las autoridades locales, estatales y federales es fundamental para garantizar una respuesta efectiva ante situaciones de emergencia como la ocurrida en esta ocasión. La comunicación oportuna y clara hacia la población, así como la implementación de simulacros y medidas de preparación, son aspectos clave para minimizar los riesgos y proteger la vida y el patrimonio de los ciudadanos en momentos de crisis como estos. Afortunadamente, hasta el momento no se han reportado daños graves ni pérdidas humanas a causa de los sismos registrados en México durante la jornada del 20 de julio. Esta situación pone de manifiesto la importancia de la prevención y la preparación ante desastres naturales, así como la necesidad de mantener los protocolos de seguridad actualizados y en constante revisión para hacer frente a eventos de esta naturaleza de manera eficaz y coordinada. En conclusión, los sismos que sacudieron varios estados de México el 20 de julio de 2024 son un recordatorio de la vulnerabilidad sísmica que enfrenta el país y la importancia de estar preparados para hacer frente a posibles desastres naturales. La respuesta rápida y coordinada de las autoridades, así como la concienciación y participación de la población en las medidas de prevención, son clave para mitigar los impactos de estos eventos y garantizar la seguridad y el bienestar de todos los ciudadanos.