Importancia de no subestimar la fuerza de los huracanes: más allá de la categoría

Importancia de no subestimar la fuerza de los huracanes: más allá de la categoría

En medio de la temporada de huracanes, la importancia de no subestimar la fuerza de estos fenómenos naturales se hace evidente. La lección del huracán Beryl es clara: no dejemos que un número nos engañe al evaluar el riesgo. La preparación y respuesta ante huracanes deben considerar una amplia gama de factores, más allá de la categoría en la escala Saffir-Simpson. La experiencia nos muestra que la velocidad de desplazamiento, la cantidad de lluvia y la geografía son determinantes en los daños ocasionados. Es crucial una comunicación precisa de los riesgos y la adopción de medidas preventivas adecuadas para proteger a las comunidades afectadas.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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En medio de la temporada de huracanes que azota una vez más diversas regiones, es imprescindible reflexionar sobre la importancia de no subestimar la fuerza de estos fenómenos naturales, independientemente de la categoría que ostenten en la escala Saffir-Simpson. La reciente experiencia con el huracán Beryl, inicialmente catalogado como una tormenta de categoría 1, pero que dejó a su paso devastación y pérdidas humanas, nos deja una valiosa lección: no hay que dejar que un número nos engañe. El caso del huracán Beryl, que impactó Texas con la fuerza de una categoría 1 después de haber sido categoría 5 en el Caribe, evidencia que la intensidad del viento no es el único factor determinante en la peligrosidad de un huracán. La velocidad de desplazamiento, la cantidad de lluvia que arroja, la geografía y la infraestructura de la zona impactada juegan un papel crucial en los daños que puede ocasionar una tormenta, como bien señala Craig Fugate, exdirector de FEMA. Es fundamental comprender que la escala Saffir-Simpson, aunque útil como referencia inicial, no debe ser el único factor a considerar al evaluar el riesgo de un huracán. La historia nos ha mostrado casos como el de la tormenta tropical Fay en 2008, que a pesar de no figurar como una amenaza significativa en la escala, desencadenó inundaciones catastróficas en Florida debido a su lenta velocidad y persistencia sobre la región. Fugate nos insta a cambiar nuestra perspectiva y enfocarnos en los impactos reales de los huracanes, más allá de un simple número. La comunicación de los riesgos asociados a estos fenómenos naturales debe ser más precisa y considerar una amplia gama de factores, desde la velocidad de desplazamiento de la tormenta hasta la posibilidad de formación de tornados, independientemente de su categoría. La lección clave es que no debemos hacer suposiciones basadas únicamente en la categoría de un huracán. La preparación y la respuesta ante estas emergencias deben ser personalizadas y adaptadas a las condiciones locales, considerando la topografía, la densidad poblacional y la vulnerabilidad de la infraestructura ante los embates de la naturaleza. En este sentido, es vital prestar atención a las fuentes de información meteorológica locales, que pueden proporcionar detalles específicos sobre los posibles impactos de un huracán en una determinada área. El conocimiento detallado de los riesgos específicos de inundaciones, vientos y mareas en una región determinada es crucial para la toma de decisiones informadas y la adopción de medidas preventivas adecuadas. En conclusión, la categoría de un huracán no debe ser el único criterio para evaluar su peligrosidad. La experiencia demuestra que factores como la velocidad de desplazamiento, la cantidad de lluvia y la extensión geográfica de la tormenta son igualmente determinantes en los daños que puede ocasionar. La preparación, la vigilancia y la respuesta coordinada ante estos eventos naturales deben basarse en un enfoque integral que considere múltiples variables, con el objetivo de minimizar los impactos y proteger la vida y la propiedad de las comunidades afectadas.
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