El Salvador y su historia marcada por la furia de los tsunamis: lecciones de vulnerabilidad y resiliencia ante la naturaleza.

El Salvador y su historia marcada por la furia de los tsunamis: lecciones de vulnerabilidad y resiliencia ante la naturaleza.

El Salvador, vulnerable a tsunamis por su historia sísmica, destaca la importancia de la preparación ante la furia del mar. Acajutla, La Libertad y Usulután, entre las zonas más expuestas. La memoria de eventos pasados impulsa la necesidad de sistemas de alerta y planes de evacuación en un país marcado por la fragilidad ante la naturaleza.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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El Salvador, país centroamericano bañado por las aguas del Océano Pacífico, ha sido testigo de la furia de la naturaleza en forma de tsunamis a lo largo de su historia. Con un total de 23 de estos fenómenos registrados en el último siglo y medio, la vulnerabilidad de sus costas se hace evidente. Desde el remoto año de 1859 hasta acontecimientos más recientes como el de 2014, El Salvador ha enfrentado la embestida de olas gigantes generadas por terremotos lejanos pero devastadores. Según el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) de El Salvador, un tsunami es una ola o serie de olas que se producen en una masa de agua al ser empujada violentamente por una fuerza que la desplaza verticalmente. Estos eventos pueden ser desencadenados por terremotos, deslizamientos, meteoritos, explosiones o incluso erupciones volcánicas. En el caso de El Salvador, todos los tsunamis registrados han sido producto de terremotos, específicamente aquellos que ocurren en el lecho marino y desplazan las placas tectónicas verticalmente. El primer tsunami del que se tiene registro en El Salvador se remonta al 25 de agosto de 1859, desencadenado por un terremoto en Guatemala. A lo largo de los años, otros eventos de magnitudes variables han impactado las costas salvadoreñas, cada uno dejando su huella en la memoria colectiva y evidenciando la fragilidad de las poblaciones costeras ante la furia del mar. Uno de los tsunamis más devastadores para El Salvador ocurrió en 1902, apenas dos años después del inicio del siglo XX. Originado por un terremoto de magnitud 8.3 en Guatemala, este tsunami causó la muerte de 185 personas y dejó una estela de destrucción a su paso. Con Acajutla como uno de los puntos más afectados, este evento marcó un antes y un después en la conciencia de la población salvadoreña respecto a la amenaza constante que representan los tsunamis. En años posteriores, eventos como el terremoto de 1950 en Costa Rica, el de 1960 en Chile y el de 1985 en México también generaron tsunamis que impactaron las costas de El Salvador, aunque sin ocasionar daños significativos. Sin embargo, la historia de tsunamis en el país no se detiene, y eventos más recientes como el ocurrido en 2014 en el Golfo de Fonseca siguen recordando a la población la importancia de estar preparados ante estas amenazas naturales. Ante esta realidad, El Salvador ha identificado 29 distritos costeros en riesgo ante la ocurrencia de tsunamis, siendo Acajutla, La Libertad y Usulután las zonas más vulnerables. La necesidad de contar con sistemas de alerta temprana efectivos y planes de evacuación claros se vuelve imperativa para proteger la vida de quienes habitan en estas áreas expuestas. En un mundo donde el cambio climático y la actividad sísmica son cada vez más frecuentes, la historia de los tsunamis en El Salvador es un recordatorio de la fragilidad de la humanidad frente a las fuerzas de la naturaleza. Aprender de estos eventos pasados y estar preparados para afrontar los desafíos futuros se vuelve fundamental para garantizar la seguridad y el bienestar de las comunidades costeras de este país centroamericano.

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