Tras 85 días de erupción, La Palma pone fin a un episodio volcánico histórico

Tras 85 días de erupción, La Palma pone fin a un episodio volcánico histórico

La erupción volcánica en La Palma finaliza tras 85 días de intensa actividad. Comienza la fase de reconstrucción y atención a los riesgos persistentes. Lección de resiliencia para futuras emergencias.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Tras 85 días y 8 horas de intensa actividad, la erupción volcánica en la isla de La Palma ha llegado a su fin. El Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico de Canarias (PEVOLCA) ha declarado oficialmente el cese de la erupción, marcando así el final de un episodio volcánico que ha mantenido en vilo a la población local y a expertos en todo el mundo. El consejero responsable del Plan PEVOLCA, Julio Pérez, hizo el anuncio en una comparecencia destacando la importancia de este hito. Tras diez días de observación y análisis por parte del Comité Científico, se determinó que el proceso eruptivo ha concluido. Pérez describió el sentimiento de alivio y esperanza en medio de la devastación causada por el volcán, señalando que ahora comienza la etapa de reconstrucción y recuperación. A pesar del cese de la erupción, el PEVOLCA se mantiene en estado de alerta roja debido a la persistencia de riesgos asociados a los gases y al calor emanado por las coladas de lava. La vigilancia y monitorización en la zona continuarán, mientras se inicia el proceso de realojo de las personas afectadas por la erupción. Se espera que los primeros desplazamientos se lleven a cabo durante la primera quincena de enero. El Comité Científico del PEVOLCA proporcionó detalles sobre la naturaleza de la erupción, describiéndola como fisural estromboliana con pulsos freatomagmáticos y una magnitud 3 en el índice VEI. Se crearon seis cráteres y se estimó que el volumen total de material emitido superó los 200 millones de metros cúbicos. La extensión de las coladas de lava alcanzó las 1.219 hectáreas, con un espesor medio de 12 metros y una temperatura máxima de 1.140 grados centígrados. Durante el proceso eruptivo, se registraron más de 9.000 seísmos localizados, con una energía sísmica liberada acumulada de 6,3 x 10^13 J. La magnitud sísmica máxima alcanzó los 5,1 mbLg y se observaron deformaciones verticales significativas en algunas estaciones. Además, se emitieron 29 avisos VONA para la aviación y se llevaron a cabo más de 2.800 vuelos de drones para labores científicas y de emergencia. El impacto en la población y la infraestructura de la isla ha sido considerable. Más de 1.600 edificaciones resultaron afectadas, con daños en viviendas, cultivos y carreteras. El aeropuerto de La Palma estuvo cerrado durante nueve días y medios, con más de 500 operaciones canceladas. Sin embargo, a pesar de los desafíos enfrentados, la coordinación interinstitucional y el trabajo conjunto de científicos, autoridades y equipos de emergencia fueron fundamentales para gestionar la crisis. En medio de la celebración por el cese de la erupción, las autoridades locales y regionales enfatizaron la importancia de seguir respetando las medidas de seguridad y protección civil. Aunque la erupción haya finalizado, persisten riesgos y desafíos en la fase de recuperación. La atención se centra ahora en apoyar a las comunidades afectadas, restablecer servicios esenciales y prepararse para posibles escenarios futuros. La erupción volcánica en La Palma dejará una marca indeleble en la historia de la isla. Con su duración récord y su impacto significativo, este evento ha demostrado la resiliencia y la capacidad de respuesta de la población canaria frente a situaciones de emergencia. A medida que comienza la fase de reconstrucción, la lección aprendida de esta experiencia seguramente guiará futuras acciones y preparativos para hacer frente a eventos naturales de esta magnitud.
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