Navegando por el complejo legado de Henry Kissinger: un viaje de contradicciones, controversias y conversaciones cautivadoras.

Navegando por el complejo legado de Henry Kissinger: un viaje de contradicciones, controversias y conversaciones cautivadoras.

En una entrevista cautivadora con Henry Kissinger, el columnista comparte perspectivas sobre la vida del renombrado diplomático. Kissinger, quien escapó de la Alemania Nazi para convertirse en Secretario de Estado de los Estados Unidos, desempeñó un papel significativo en la formación de la diplomacia estadounidense durante el siglo XX. El columnista reconoce que escribir sobre la vida de Kissinger seguramente molestará a muchos, ya que las opiniones sobre él varían considerablemente. Para evaluar a fondo su legado, se llevaron a cabo entrevistas tanto con Kissinger como con aquellos que lo admiraban o chocaban con él. A pesar de las complejidades de su carrera, no se puede negar la influencia y el impacto de Kissinger, lo que convierte su vida en tema de extensos informes y análisis.

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Mundo 30.11.2023
Entrevistar a Henry Kissinger era como tratar de navegar una negociación compleja. Estaba lleno de detalles intrincados y respuestas evasivas, pero era absolutamente cautivador. Recuerdo un día en particular en el verano de 2017 cuando Kissinger me preguntó si estaba escribiendo un artículo que solo se publicaría después de que él no pudiera discutir con su premisa. Lo dijo con un brillo travieso en los ojos, plenamente consciente de las implicaciones de discutir su propio obituario. Habíamos estado en conversación durante varios años y cada vez que me preguntaba sobre qué estaba escribiendo, simplemente respondía: "Tu vida". Él sabía exactamente lo que eso significaba. Kissinger era un maestro de la sutileza diplomática, siempre consciente de su imagen. No hay duda de que escribir sobre la vida de Henry Kissinger está destinado a molestar a casi todos. Su historia es notable: un inmigrante que escapó de la Alemania nazi y llegó a ser Secretario de Estado. En sus cuatro décadas de influencia, desempeñó un papel importante en la configuración de la diplomacia estadounidense y el poder geopolítico en el siglo XX. Sin embargo, a medida que envejecía, era difícil imaginar que este guerrero de la Guerra Fría encorvado pudiera despertar pasiones duraderas. Muchos de los que protestaron durante su tiempo en el poder lo veían como un criminal de guerra. La verdad, como siempre, es más complicada. Kissinger hizo sacrificios personales y profesionales que moldearon cómo la gente lo percibía: alguien que cerraba los ojos ante los dictadores o alguien que salvó al mundo de un desastre nuclear. Los fuegos que encendió continuaron ardiendo durante décadas, como descubrí al entrevistar a sus amigos, enemigos y amigos convertidos en enemigos. Independientemente de la opinión que se tenga de él, evaluar la vida de Kissinger requería una extensa investigación. Esto significaba entrevistar a Kissinger mismo, así como a aquellos que trabajaron con él, chocaron con él, admiraron su visión o despreciaron sus tácticas. A los 95 años, seguía pensando en nuevos desafíos, desde los malentendidos de Donald Trump sobre el mundo hasta el potencial desestabilizador de la inteligencia artificial en relación con las armas nucleares. Como periodista que nunca cubrió a Kissinger durante su tiempo en el gobierno, escribir su obituario era una oportunidad para aprender y emitir juicios sobre su papel en la configuración del orden posterior a la Segunda Guerra Mundial. Pero no fue una tarea fácil. Tenía acceso a un borrador de su obituario escrito por un difunto corresponsal del Times, pero necesitaba ser reevaluado. La competencia con Rusia se estaba volviendo más confrontacional y las advertencias de Kissinger sobre Vladimir Putin estaban demostrando ser proféticas. China, un país al que Kissinger una vez buscó construir relaciones, había surgido a una velocidad inesperada. Kissinger mismo se había dedicado a estudiar el impacto de la inteligencia artificial en el poder global, lo cual me intrigaba considerando su edad. Era un hombre de contradicciones, hábil en el ejercicio del poder nacional pero también capaz de una sutileza profunda. Durante nuestras conversaciones, intenté sacar a relucir tanto el pasado como el futuro de Kissinger. A veces tuve éxito, como durante una entrevista pública en 2018, donde ofreció ideas sobre su enfoque de la visión de Mao para China. Otras veces, se aferró a sus puntos de vista y defendió cada decisión. Aunque nunca nos hicimos amigos, hubo extrañas intersecciones entre nuestras vidas. Él creció en Alemania, no muy lejos de donde mi familia paterna huyó en el siglo XIX. Incluso visité el edificio de apartamentos donde Kissinger creció y el parque donde jugaba al fútbol, ahora lleno de refugiados sirios. La primera vez que escuché sobre Kissinger fue de mi abuela, quien contrató a su madre para servir en cenas en Nueva York. Siempre hablaba muy bien de su brillante hijo joven. Más tarde descubrí que la gente lo admiraba o lo despreciaba por su manipulación del poder estadounidense, sin término medio. Un colega académico me advirtió: "Siempre se debe ser amable al hablar de los muertos. Excepto en este caso". Una de mis entrevistas más reveladoras con Kissinger tuvo lugar en 2017, en su segunda casa en Kent, Connecticut. Mientras asistía a una conferencia, pasamos una hora juntos y mi hijo se unió a la conversación. Kissinger compartió historias sobre el perro que mantenía oculto en su dormitorio en Harvard y sus experiencias tratando con Richard Nixon durante los últimos días de su presidencia. Incluso profundizamos en Vietnam, donde Kissinger hizo algunos de los comentarios más reveladores que había escuchado sobre las suposiciones erróneas de Estados Unidos. Era como si las décadas se desvanecieran y el profesor Kissinger regresara al aula con sus anécdotas y observaciones geopolíticas. Simplemente escuché, tomando notas diligentes. Al final, Henry Kissinger era un hombre de complejidad y contradicción. Cultivó cuidadosamente su imagen a lo largo de su vida, siempre consciente de cómo sería recordado. Pero a medida que profundicé en su historia y entrevisté a quienes lo conocieron, quedó claro que su legado era mucho más que lo que se veía a simple vista. Amarlo u odiarlo, la vida de Kissinger requería una extensa investigación y análisis para comprenderlo completamente. Y eso es exactamente lo que me propuse hacer.
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