La desesperada lucha de Acapulco por obtener ayuda: el huracán Otis deja a los residentes luchando por sobrevivir en el paraíso devastado.
Los residentes de Acapulco, México, están enfrentando condiciones desesperadas en el aftermath del huracán Otis. Mientras que los turistas fueron evacuados de la zona devastada, miles de habitantes locales fueron dejados atrás para lidiar con el caos y la destrucción. Las calles están llenas de vidrios rotos, árboles arrancados y postes telefónicos caídos, dejando a la gente en busca de necesidades básicas como agua. Algunos recurrieron al saqueo de tiendas de comestibles por pura necesidad. El gobierno ha prometido esfuerzos de ayuda, desplegando fuerzas armadas y distribuyendo ayuda, pero la magnitud de la destrucción es abrumadora. Se estima que el costo del huracán Otis rivalizará con el del huracán Wilma. Mientras los residentes luchan, la unidad y el apoyo de la comunidad y más allá ofrecen esperanza para la recuperación.
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En medio de los ruegos de ayuda, el huracán Otis ha dejado a los residentes de Acapulco, México, en una desesperada búsqueda de alimentos y agua. Los turistas pudieron encontrar alivio al ser trasladados en autobús fuera de la zona devastada, pero miles de residentes locales quedaron atrás para enfrentar el caos y la destrucción que convirtieron su paraíso en un páramo.
Tres días después de que la tormenta de categoría 5 golpeara México, los residentes de Acapulco se encontraron con calles cubiertas de vidrios rotos, árboles arrancados y postes telefónicos caídos. La gente recorría tiendas saqueadas en busca de agua y otras necesidades básicas. Algunos recurrieron a la radioafición para intentar localizar a sus seres queridos, mientras muchos suplicaban ayuda a los líderes de México.
Roberto Alvarado, un frustrado residente, expresó su decepción por la falta de ayuda del gobierno, afirmando que una caja de alimentos y cuatro botellas de agua entregadas a cada hogar por el ejército estaban lejos de ser suficientes. El nivel de desesperación llevó a algunas personas a saquear supermercados por pura necesidad. La destrucción causada por el huracán Otis, el huracán más poderoso que ha golpeado la costa del Pacífico de México, ha dejado a los residentes preguntándose cuánto tiempo tomará para que su gobierno proporcione los recursos básicos necesarios para la supervivencia, y mucho menos para comenzar el proceso de reconstrucción de sus vidas destrozadas.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha prometido a su nación una respuesta efectiva al huracán, con aproximadamente 10,000 fuerzas armadas desplegadas en la zona. Aviones militares que llevan alimentos y agua han estado aterrizando en una base de la fuerza aérea, y camiones han estado distribuyendo ayuda a los hogares. Sin embargo, la magnitud de la destrucción es desalentadora, con estimaciones preliminares que sugieren que el costo del huracán Otis podría rivalizar con el del huracán Wilma, que golpeó la costa caribeña de México hace 18 años. La gobernadora del estado de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, informó que el 80 por ciento de los hoteles en Acapulco habían sido dañados por el huracán, y se espera que el sector empresarial de la ciudad enfrente desafíos significativos en su recuperación.
Si bien México ha sido elogiado históricamente por sus esfuerzos de recuperación ante desastres y su fondo federal de ayuda, el presidente López Obrador ha enfrentado críticas por reformar el fondo hace dos años en un intento de reducir el presupuesto federal. Mirando hacia el futuro, los expertos enfatizan la necesidad de priorizar los vecindarios empobrecidos con infraestructura obsoleta e invertir en medidas para prevenir daños, como colocar la infraestructura eléctrica principal fuera de las zonas de inundación y subterránea, y reemplazar postes de servicios públicos de madera por postes de concreto. Ante esta situación devastadora, las comunidades se están uniendo para brindar apoyo, con voluntarios utilizando la radioafición para ayudar a conectar a las personas con sus seres queridos y brindar la tranquilidad tan necesaria en medio del caos.
En medio de todo esto, residentes como Martha García y su esposo, Abel Sánchez, quienes recientemente lucharon contra la neumonía, luchan por encontrar necesidades básicas como alimentos y tanques de oxígeno. Martha buscó refugio en un albergue, con la esperanza de recibir ayuda, pero incluso encontrar comida se ha convertido en un gran desafío. Tropezó con tortillas de harina y frijoles enlatados en una tienda saqueada, que se han convertido en su único sustento. A pesar de las dificultades, ella sigue decidida a sobrellevar la tormenta y encontrar la ayuda que necesitan.
Mientras los residentes de Acapulco continúan lidiando con las secuelas del huracán Otis, su esperanza radica en la unidad de su comunidad, la ayuda proporcionada por el gobierno y los esfuerzos colectivos de organizaciones e individuos tanto dentro como fuera de México. Con suerte, con el tiempo y el apoyo, Acapulco podrá reconstruir y restaurar su comunidad una vez vibrante y próspera.