Miguel Hernández: Supervivencia y resiliencia tras 25 años con VIH

Miguel Hernández: Supervivencia y resiliencia tras 25 años con VIH

Miguel Hernández, portador de VIH, ha superado expectativas médicas y se ha convertido en un símbolo de resiliencia y concienciación social.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Salud HACE 22 HORAS

Miguel Hernández, un hombre que en su juventud enfrentó el diagnóstico de VIH, ha superado las expectativas que los médicos le impusieron hace más de dos décadas. A los 25 años, recibió la noticia que cambiaría su vida para siempre: era portador del virus de inmunodeficiencia humana. En aquel entonces, los profesionales de la salud le pronosticaron una esperanza de vida de solo 20 años más si comenzaba un tratamiento antirretroviral. Sin embargo, hoy, con más de 45 años, Miguel no solo ha superado esa expectativa, sino que se ha convertido en un símbolo de resiliencia y superación. El diagnóstico llegó en un contexto de temor y desinformación. En 1999, la percepción social sobre el VIH y el sida estaba marcada por el estigma y la ignorancia. Miguel recuerda con claridad el momento en que recibió la noticia, cuando la realidad le pareció tan abrumadora que incluso se preocupó por el aire frío que entraba por la ventana del consultorio. El miedo a la muerte lo consumía, y los recuerdos de personas que no sobrevivieron a la enfermedad lo atormentaban. Sin embargo, en medio de su angustia, surgió la necesidad de ser fuerte, no solo por él, sino por su amigo Miguel Ángel, quien también recibió un resultado positivo ese mismo día. Lamentablemente, su amigo no tuvo la misma suerte. La historia de Miguel Ángel se suma a la de muchos otros que sucumbieron ante el virus, y para Miguel, cada pérdida representa un recordatorio del sufrimiento que la epidemia ha causado en su vida y en la de otros. A lo largo de los años, ha visto cómo sus amigos se han ido, mientras él continúa luchando por su salud, lo que ha transformado su existencia en una experiencia agridulce. Desde un principio, Miguel se propuso no ser una víctima de su diagnóstico. Aunque enfrentó una etapa de negación, donde ocultó su estado serológico incluso a sí mismo, la realidad lo llevó a un punto de inflexión. Fue en una cama de hospital, enfrentando los efectos del VIH, donde comenzó a aceptar su condición y a hacerse responsable de su salud. La hospitalización fue el catalizador que necesitaba para comenzar su tratamiento, y a partir de ese momento, se comprometió a cuidar de sí mismo. La vida con VIH ha implicado cambios significativos en su estilo de vida. Miguel se ha vuelto más consciente de su alimentación y de sus hábitos. La moderación se ha convertido en su mantra, evitando azúcares y alimentos irritantes, y optando por un estilo de vida más saludable. Esta transformación no solo tiene que ver con el VIH, sino también con la búsqueda de un equilibrio que lo mantenga fuerte y activo. A pesar de que el VIH cambió su vida en muchos aspectos, Miguel ha logrado encontrar formas de disfrutar de ella. Pasear a sus tres perros se ha convertido en un ritual diario que le permite mantenerse activo. Aunque su vida social ha cambiado drásticamente y ha tenido que despedirse de muchos amigos, ha aprendido a valorar las relaciones que han perdurado, y esas amistades lo han acompañado en su camino hacia la resiliencia. Su historia es un testimonio de cuán lejos ha llegado la medicina en el tratamiento del VIH. Miguel ha logrado superar las expectativas iniciales que se le impusieron, y los médicos ahora le dicen que es más probable que muera por causas ajenas al VIH. Sin embargo, esto no le ha hecho olvidar la lucha que ha enfrentado. A pesar de las buenas noticias, la incertidumbre de vivir con un virus que arrastra un estigma social continúa presente en su vida. Miguel Hernández ha asumido que su viaje no solo se trata de su propia supervivencia, sino de derribar estigmas y fomentar la educación sobre el VIH. Su experiencia personal le ha enseñado que más allá de la prevención, es crucial trabajar hacia una cura que elimine la discriminación y el miedo que rodea al virus. La necesidad de una cura se convierte en una esperanza constante, no solo para él, sino para todos aquellos que enfrentan la realidad del VIH. La historia de Miguel es un recordatorio de que, aunque el camino ha sido difícil, la vida puede continuar, llena de aprendizajes y de oportunidades. Ha aprendido a vivir plenamente, sintiendo que ya no tiene nada que perder y mucho por ganar. Su testimonio es un llamado a la acción, a la empatía y a la comprensión en torno al VIH, un virus que, aunque aún presente, no tiene por qué definir la vida de quienes lo portan. La lucha por la salud, la aceptación y la vida es, en última instancia, un viaje que vale la pena emprender.

Ver todo Lo último en El mundo