Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La reciente revisión histórica del papel de la monarquía en España ha desatado un torrente de reflexiones sobre su legado, especialmente en relación con el franquismo. A raíz de la proclamación del nuevo DNI que lleva la inscripción "REINO DE ESPAÑA", muchos se preguntan qué significados se esconden tras esta designación y cómo se vincula con la historia reciente del país. La Casa Real, al presentar su capítulo titulado "La Monarquía en la Historia de España", se sitúa en un punto donde el pasado y el presente parecen entrelazarse de manera inextricable. El análisis de la situación actual nos lleva a recordar que, desde el final de la Guerra Civil Española, la monarquía ha estado bajo la sombra del franquismo. En este contexto, el nuevo documento de identidad se convierte en un símbolo de esa continuidad. Al restar 1947 a 2025, se obtienen 78 años de un reino que, a pesar de su proclamación en un régimen dictatorial, ha mantenido hasta hoy su vigencia. Este tiempo ha estado marcado por un miedo palpable que, aunque se ha ido diluyendo, aún deja su impronta en la política y en la percepción pública. Una de las reflexiones que emergen de este análisis es cómo la Transición se inició sin dar cabida a la opción republicana, un hecho que muchos consideran como una traición a la voluntad popular. La figura de Don Juan de Borbón, el legítimo heredero, es vista por algunos como una opción que podría haber evitado el "atado y bien atado" que tanto incomoda a los críticos del sistema. De hecho, se argumenta que su reinado podría haber ofrecido un inicio más limpio y menos comprometido con el legado franquista. El dominio de la narrativa histórica por parte de la monarquía se torna evidente al considerar que de las 2.279 palabras en el documento de la Casa Real, solo 94 se refieren a los últimos 78 años. Este hecho no solo denota una falta de autocrítica, sino también una manipulación de la historia que busca distanciar el presente de un pasado incómodo. La historia de la monarquía, en este sentido, se convierte en un juego de apariencias, donde los logros actuales se presentan como evidencia del progreso, ignorando las raíces problemáticas que los sustentan. La reciente polémica en torno a la relación entre La Zarzuela y La Moncloa añade otra capa de complejidad al debate. La decisión de incluir "REINO DE ESPAÑA" en el DNI ha sido interpretada por muchos como un intento de reafirmar la monarquía frente a movimientos independentistas. Esta acción política parece estar más dirigida a una estrategia de poder que a un verdadero compromiso con la democracia y la voluntad popular. Aquí se plantean preguntas importantes sobre la naturaleza de la colaboración entre el rey y el presidente del Gobierno. En un contexto donde tanto la monarquía como el gobierno se esfuerzan por legitimar su posición, resulta esencial cuestionar si realmente están escuchando la voz del pueblo. ¿Es posible que el pueblo español, en su mayoría republicano, se sienta representado por una monarquía que sigue atada a los vestigios de un régimen dictatorial? Las encuestas ocultas, las decisiones estratégicas y las manipulaciones históricas son elementos que deberían ser desnudados en nombre de una verdadera regeneración democrática. Sin embargo, el miedo a la transparencia persiste, y la ley de secretos que ha mantenido ocultas ciertas encuestas desde hace más de medio siglo es un excelente ejemplo de ello. La pregunta se vuelve inevitable: ¿cuándo se permitirá a la ciudadanía acceder a la información que le concierne? La falta de voluntad política para abordar estos temas sugiere que tanto el gobierno como la monarquía prefieren mantener el status quo en lugar de enfrentar la realidad de un país que, aunque cambiante, aún lleva las cicatrices de su historia. La percepción de que el "REINO DE ESPAÑA" es un intento por parte de las instituciones de silenciar y acallar las voces disidentes también es motivo de preocupación. Mientras algunos sectores de la población celebran el nuevo diseño del DNI, otros lo ven como un recordatorio de una historia que aún no ha sido completamente confrontada. La historia, en este caso, se convierte en un espejo en el que se reflejan las tensiones entre la modernidad y el legado del pasado. Así, la monarquía, lejos de ser un símbolo de unidad y progreso, se presenta como un vestigio de una época que muchos quisieran dejar atrás. La falta de una narrativa inclusiva que reconozca las complejidades del pasado contribuye a la perpetuación de un sistema que sigue siendo visto como una extensión del franquismo. Es este el momento de exigir una revisión crítica y una apertura al diálogo sobre lo que se quiere para el futuro de España. En conclusión, el "REINO DE ESPAÑA" en el DNI es más que una simple designación; es un símbolo de un pasado que no se puede ignorar. La monarquía debe confrontar su legado y trabajar hacia una mayor transparencia y reconciliación con la historia. Solo así podrá aspirar a ser un verdadero símbolo de unidad en un país que, a pesar de todas sus divisiones, anhela un futuro más democrático y justo.