Tabaco, cárceles o carbón: las líneas rojas de las inversiones de la Universidad de Columbia no incluyen a Israel

Tabaco, cárceles o carbón: las líneas rojas de las inversiones de la Universidad de Columbia no incluyen a Israel

La institución ha prohibido en los últimos años destinar capital a algunos sectores pero rechaza romper con empresas ligadas al entorno israelí, como exigen los manifestantes propalestinos

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Guerra 04.05.2024

En la mañana del miércoles 17 de abril, un grupo de estudiantes de la Universidad de Columbia en Nueva York desató una protesta en el campus exigiendo que la institución se desvinculara de inversiones relacionadas con empresas que se beneficiaban del apartheid, el genocidio y la ocupación israelí en Palestina. El llamado a "desinvertir" resonó en el campus, provocando un debate sobre las decisiones financieras de la prestigiosa universidad.


La protesta, encabezada por estudiantes envueltos en kufiyas palestinas, llevó a la luz las inversiones de Columbia en empresas con vínculos cuestionables con Israel. A pesar de que la universidad ha trazado líneas rojas en sus inversiones, como evitar el tabaco, cárceles privadas y carbón térmico, el tema de Israel ha generado controversia.


A lo largo de los años, la universidad ha respondido a la presión estudiantil en temas de inversión. Desde retirarse de empresas relacionadas con el apartheid sudafricano en 1985 hasta desinvertir en tabaco y prisiones privadas en años recientes, Columbia ha sido influenciada por las demandas de sus alumnos.


Sin embargo, la situación actual presenta un desafío único. Muchos grandes donantes de la universidad son judíos y han expresado su descontento con las protestas propalestinas, amenazando con retirar sus contribuciones. Esta tensión refleja un debate más amplio sobre el activismo estudiantil y la inversión responsable.


A pesar de las demandas de desinversión en empresas como BlackRock, Airbnb, Caterpillar y Google, Columbia ha dejado claro que no tiene intenciones de cortar esos lazos financieros. La universidad ha ofrecido financiar proyectos de sanidad y educación en Gaza como medida de apaciguamiento, pero los estudiantes continúan presionando por un mayor compromiso.


La desinversión institucional, aunque simbólica, plantea preguntas sobre el papel de las universidades en cuestiones éticas y morales. El activismo estudiantil en Columbia refleja una larga tradición de protesta que ha tenido impacto en decisiones pasadas de la institución.


A medida que el debate sobre las inversiones de Columbia continúa, queda en el aire la pregunta sobre el verdadero impacto de la desinversión y si las presiones estudiantiles lograrán cambiar las políticas financieras de la universidad. La lucha por la justicia en Palestina, en medio de un contexto de tensiones políticas y económicas, pone a prueba los límites de la responsabilidad social de las instituciones académicas en un mundo globalizado y cada vez más interconectado.

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