El surf brilla en París 2024 con Gabriel Medina y la magia de Tehaupo’o

El surf brilla en París 2024 con Gabriel Medina y la magia de Tehaupo’o

El referente brasileño de la disciplina deja una estampa para el recuerdo tras anotarse la mejor puntuación olímpica de la historia en la tercera ronda de la competición

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Deportes 30.07.2024

El surf ha encontrado en los Juegos Olímpicos de París 2024 lo que hacía falta tras un inicio modesto en Tokio 2020. A más de 15,000 kilómetros de distancia de Francia, la comunidad surfera ha dejado su marca en las olas de Tehaupo’o, un lugar que se ha convertido en el escenario perfecto para este deporte que ha capturado la atención del mundo. La imagen que encapsula este momento es la del brasileño Gabriel Medina, quien, en un espectacular vuelo sobre el océano Pacífico, señala el cielo después de ejecutar la mejor ola en la breve historia olímpica de la disciplina, logrando una puntuación casi perfecta de 9.9 sobre 10.


La decisión de establecer esta competición en Tahití, una de las sedes más remotas y exóticas de los Juegos, ha resultado ser un acierto. El fotógrafo Jerome Brouillet, de la agencia AFP, fue el encargado de capturar esta estampa divina que ha dado la vuelta al mundo en cuestión de horas. Su captura no solo destaca el talento del atleta, sino que también muestra la belleza y peligrosidad de Tehaupo’o, conocido como “muro de calaveras”. Este nombre no es casual, ya que la ola ha dejado a varios competidores con heridas significativas, evidenciando la intensidad del surf en esta ubicación.


El ambiente en Tehaupo’o se volvió casi surrealista cuando el alemán Tim Elter experimentó un incidente cómico que rompió un poco la tensión del momento: la fuerza de la ola lo hizo perder su bañador, dejando a la vista su trasero. Este tipo de situaciones inusuales subrayan la crudeza y imprevisibilidad del surf, donde cada ola puede ser tanto un desafío como una oportunidad para el espectáculo.


Medina, quien se encuentra en su mejor forma física y técnica, describió la ola que surfeó como “una ola de 10”. Con su experiencia previa en este lugar, el surfista brasileño ha sabido aprovechar las condiciones cambiantes y peligrosas del mar. "Cuando las olas son huecas, el agua es muy poco profunda. Son olas muy sólidas, pero esto nos encanta", explicó. Este amor por el deporte se traduce en una dedicación que busca llevarlo al podio, reemplazando a su compatriota Italo Ferreira, quien se llevó el primer oro olímpico en Tokio.


El espectáculo que ofreció Medina contagió de emoción a la multitud de barcos y lanchas que se encontraban en las cercanías, todos expectantes ante una exhibición de talento sin igual. La imagen de su tubo se convierte en un símbolo del renacimiento del surf en el ámbito olímpico, alejándose de las aguas contaminadas y poco atractivas de Tokio, y transportando a los espectadores a un entorno mucho más vibrante y natural.


Sin embargo, después de este momento estelar, las condiciones meteorológicas se tornaron adversas, lo que llevó a los organizadores a aplazar el resto del programa. La competición femenina se encuentra a la espera de reanudarse, con la española Nadia Erostarbe buscando asegurar su lugar en cuartos de final. Mientras tanto, las eliminaciones de otros surfistas nacionales, como Janire González-Etxabarri y Andy Criere, reflejan el nivel extremadamente alto de competencia en estas olas.


El surf, que ha sido parte de los Juegos Olímpicos desde Tokio, se ha afianzado como un deporte que no solo exige habilidad y destreza técnica, sino también una conexión profunda con la naturaleza. La experiencia y preparación de los deportistas se ven reflejadas en cada ola, y el reconocimiento de su esfuerzo se ve simbolizado en imágenes como la de Medina, que han logrado captar la atención de una audiencia global.


En este contexto, el surf se convierte en mucho más que un deporte; es un espectáculo que atrae a espectadores de todas partes del mundo, generando un interés sin precedentes. La fotografía de Medina, que ha circulado por la esfera pública, se erige como un hito que podría marcar el futuro del surf en el olimpismo y elevar la popularidad de este deporte a nuevas alturas.


A medida que la competición avanza hacia su conclusión, los ojos del mundo seguirán puestos en Tahití, en espera de que las condiciones permitan reanudar un evento que promete seguir brindando emoción, sorpresas y, sobre todo, la posibilidad de que se escriba una nueva historia en el ámbito del surf olímpico.

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