Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Siria se encuentra en una encrucijada histórica tras la caída del régimen de Bashar al-Asad, enfrentando un cúmulo de desafíos que van desde la devastación económica hasta la destrucción de infraestructuras vitales. El legado de más de una década de conflicto y mala gestión ha dejado al país sumido en una crisis sin precedentes. La situación actual es crítica: la libra siria ha perdido más del 99% de su valor frente al dólar desde 2011, y la inflación se ha disparado, asfixiando a las familias que luchan por sobrevivir en medio de un entorno económico hostil. Las estadísticas son alarmantes. Más del 50% de la fuerza laboral está desempleada, mientras que aproximadamente 15 millones de sirios enfrentan condiciones de pobreza extrema. Estas cifras no solo reflejan la incapacidad del régimen anterior para gestionar la economía, sino que también destacan la urgencia de soluciones innovadoras y efectivas que puedan abordar estas problemáticas de manera integral. La falta de financiamiento y una limitada ayuda humanitaria han hecho que muchas familias se encuentren al borde del abismo, luchando contra el aumento constante de los precios y una creciente inseguridad alimentaria que afecta a más de 12 millones de personas. La destrucción de las infraestructuras del país es otro desafío que complica la reconstrucción. Más del 70% de las carreteras, puentes y redes de electricidad, agua y comunicaciones se encuentran dañadas o completamente destruidas. Se estima que la reconstrucción de estas infraestructuras requerirá una inversión superior a los 800 mil millones de dólares, una suma que parece inalcanzable sin un cambio profundo en la economía y una fuerte inversión internacional. La migración de más de 6 millones de sirios, muchos de ellos con habilidades necesarias para reactivar la economía, también añade una capa adicional de complejidad al panorama. Las soluciones a estos problemas no son sencillas, pero deben estar en la agenda política de la nueva Siria. Primero, es crucial establecer reservas de divisas que respalden la estabilidad financiera del país y fomentar las remesas de expatriados, que podrían alcanzar hasta 5.000 millones de dólares anuales. La liberalización prudente de la libra siria podría estimular la inversión y el comercio, pero es esencial que esta medida sea gestionada con cuidado para evitar repercusiones negativas en las poblaciones más vulnerables. El papel de la comunidad internacional será vital en este proceso. La ayuda internacional, junto con inversiones extranjeras, especialmente de países del Golfo, puede ser el pilar fundamental que sostenga la reconstrucción. Adoptar una economía de libre mercado es una opción que podría atraer inversiones, fomentar la competitividad y estimular la innovación. Sin embargo, este camino debe ser recorrido con cautela, fortaleciendo las redes de seguridad social para proteger a aquellos que podrían verse más afectados por la transición. Asimismo, Siria no debe depender exclusivamente de sus reservas de petróleo, a pesar de contar con aproximadamente 2.500 millones de barriles. La economía debe diversificarse para reducir la vulnerabilidad ante fluctuaciones en el mercado petrolero. Los ingresos derivados de la explotación de recursos naturales deben ser utilizados para financiar proyectos vitales que promuevan el desarrollo sostenible y la autosuficiencia. La reforma del aparato administrativo es otro aspecto esencial en la reconstrucción del país. Luchar contra la corrupción y garantizar un reparto equitativo de los bienes comunes es fundamental para reconstruir la confianza con la población y fomentar un entorno propicio para el crecimiento económico. Además, es imprescindible construir ciudades sostenibles que no solo atiendan las necesidades inmediatas, sino que también ofrezcan oportunidades laborales a los sirios desplazados. El futuro de Siria no puede permitirse cometer los mismos errores del pasado. La reconstrucción debe ser vista como un proyecto integral que aborde tanto los problemas económicos como sociales. Las decisiones que se tomen en este nuevo capítulo deben ser guiadas por una visión estratégica a largo plazo que contemple la diversidad de sus comunidades y la necesidad de un sistema económico robusto y equitativo. Finalmente, el momento histórico que vive Siria representa una oportunidad única para reconstruir la economía sobre bases nuevas, caracterizadas por la transparencia, la justicia y la eficiencia. La liberalización del tipo de cambio, la reforma del sector agrícola y la diversificación económica serán claves en esta nueva hoja de ruta. A pesar de las dificultades, signos de esperanza emergen, impulsados por una voluntad política que busca el cambio. Siria tiene el potencial de convertir sus desafíos en oportunidades y restaurar su posición, tanto a nivel regional como internacional, en el camino hacia un futuro más prometedor.