Descalificación de Elena Congost despierta debate sobre ética en deportes paralímpicos

Descalificación de Elena Congost despierta debate sobre ética en deportes paralímpicos

Elena Congost fue descalificada en los Paralímpicos de París 2024 tras ayudar a su guía. Su caso genera debate sobre normas y humanidad en el deporte.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Deportes 09.09.2024

La jornada final de los Juegos Paralímpicos de París 2024 se tornó en un escenario de controversia y emoción tras la descalificación de la atleta española Elena Congost. Congost, quien había logrado un meritorio bronce en maratón, se encontró en una situación insólita cuando fue descalificada por soltar brevemente la cuerda que la unía a su guía, Mia Carol, mientras este sufría fuertes calambres. En un acto reflejo de humanidad, la atleta decidió ayudar a su guía, lo que, según el reglamento del Comité Paralímpico Internacional, la llevó a la descalificación. La emoción de la victoria se transformó en lágrimas cuando Congost compartió su experiencia luego de recibir la noticia de su descalificación. "No me han descalificado por hacer trampa, me han descalificado por ser persona y por un instinto que te sale cuando alguien se está cayendo: ayudarlo, aguantarlo", expresó la atleta con voz entrecortada. Su reacción evidenció el dilema ético que enfrentan los atletas en situaciones límite, donde la empatía y la competencia parecen chocar en un mismo instante. A pesar de la descalificación, el Comité Paralímpico Español (CPE) no se quedó de brazos cruzados. En un gesto de apoyo, el CPE felicitó a Congost y a su guía, argumentando que, en su opinión, las 40 medallas alcanzadas por los atletas españoles deberían haber sido 41. Además, anunciaron que analizarían la posibilidad de otorgar a Congost una beca, reconociendo sus logros y su valentía en la competición. El desenlace de la carrera dejó un sabor agridulce, con varios expertos y figuras del deporte cuestionando la rigidez de las normas. Jean Louis-Dupont, un jurista belga y especialista en Derecho Deportivo, no dudó en calificar la situación como una "estupidez reglamentaria que merece sin duda la medalla de oro a la injusticia". Sus palabras resonaron con fuerza, reflejando la indignación de muchos que consideran que la regla, aunque clara, no contempla situaciones humanas que surgen en el calor de la competencia. El maratón fue ganado por la marroquí Ezzhara El Idrissi, quien estableció un nuevo récord del mundo con un tiempo de 2 horas, 48 minutos y 36 segundos. Sin embargo, el foco de atención se centró en la experiencia de Congost, quien había regresado a los Juegos Paralímpicos tras un parón de varios años debido a su maternidad, y había competido en Río de Janeiro 2016 antes de tener cuatro hijos. Durante la carrera, Congost había demostrado un gran rendimiento, cruzando la meta en 3 horas, 0 minutos y 48 segundos. Sin embargo, el hecho de que soltara la cuerda en un momento de necesidad para su guía, aunque fuese solo por unos segundos, resultó en su descalificación. "Estoy destrozada porque tenía la medalla", comentó, reflejando la frustración de perder un logro que había trabajado arduamente para alcanzar. Las normas del deporte son estrictas y están diseñadas para asegurar la equidad en la competencia. El reglamento establece que tanto el atleta como su guía deben mantener la cuerda de sujeción desde el inicio hasta el final de la carrera. Sin embargo, muchos se preguntan si esta norma debería ser reevaluada en situaciones excepcionales donde el bienestar del guía se encuentra en riesgo. En este contexto, Miguel Carballeda, presidente del Comité Paralímpico Español, anunció que se planteará una reclamación al Comité Paralímpico Internacional. "Les demostraremos que humanamente es un gesto que deja una huella importante al mundo del deporte", afirmó, instando a una revisión de las reglas que, en su opinión, deberían adaptarse para reconocer la humanidad de los atletas. La historia de Elena Congost trasciende el ámbito deportivo, planteando preguntas sobre la naturaleza del deporte y la ética en la competencia. La descalificación ha suscitado un debate sobre cómo las normas deben equilibrar la justicia competitiva y la compasión humana. El legado de esta experiencia podría ser un llamado a redefinir lo que significa ser un atleta en los Juegos Paralímpicos, donde la humanidad a menudo debe prevalecer sobre la rigidez de los reglamentos. La travesía de Congost y su guía resuena como un recordatorio de que, en el corazón del deporte, hay valores que trascienden la victoria y la derrota, y que a veces, ayudar a otro puede ser tan valioso como cualquier medalla.

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